Eduardo Almeida Acosta
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sido la formación de investigadores sociales locales y la promoción de
acciones democráticas. Estos nuevos actores sociales —tanto los de los
diferentes comités como los del taller de tradición oral y los del centro
de investigación— han enfrentado los problemas desarrollando la
creencia en la autoeficacia; se han dado cuenta del valor de la lengua,
de las tradiciones locales y de la acción conjunta y organizada; han
enfrentado el paternalismo a que los tenía sujetos la acción tanto del
Estado como de la Iglesia, percatándose de que ellos mismos son capaces
de buscar recursos más allá de esas dos grandes instituciones.
Han enfrentado el conformismo a través de las acciones de beneficio
comunitario que han sido producto de su iniciativa, de la recuperación de
sus propias habilidades, de su capacidad de organizarse y de sus
capacidades personales.
Actualmente en la comunidad y en la zona, gracias a este proceso y
a esfuerzos anteriores de lucha enfrentando a las acciones de dominación
de acaparadores, políticos y autoridades religiosas paternalistas, en la
comunidad se desarrollan proyectos de mejoramiento comunitario. Se ha
ido incrementando su conciencia del propio valor y del propio poder. Se
han dado cuenta de que existe una mayor disponibilidad de recursos de los
que imaginaban, son conscientes de que para encontrar hay que buscar, a
pesar de negativas, resistencias y poca disposición a cooperar de los que
más tienen o de los que manejan los recursos públicos. Han incrementado
su aspiración de cambiar la situación, y son conscientes de que sin ser
voluntaristas, su deseo y su voluntad de mejorar las condiciones de vida
son sólo una utopía.
En 1989, y tomando en cuenta las experiencias anteriormente
descritas, empezó a tomar cuerpo la creación de un movimiento de
derechos humanos, el cual se perfilaba desde 1985 a raíz de abusos
detectados a través de los obstáculos enfrentados en el desarrollo de las