85 II. Primera parte: una mirada, un horizonte Martín López Calva plantea una visión antropológica compleja y humanizante que puede transformar las prácticas, las estructuras institucionales y la cultura educativas. Destaca que la visión de complejidad, basada en la obra de Morin, representa un gran reto para la educación, una nueva visión del conocimiento y la ética que requerirá la integración de las disciplinas. La complejidad es casi infinita, pues engloba, entre otros factores, el contexto socio-político, los medios, los contenidos, los métodos, los principios y los sujetos. Por eso, las “reformitas” educativas que ofrecen algunos cambios, por ejemplo, más o menos créditos, más o menos cargas, entre otros factores cuantitativos, no son suficientes y no llegan a la reforma del pensamiento que nos hace falta (véase Morin, 2000: 129). Segunda parte: los sujetos de la educación En la segunda parte, López Calva lanza la pregunta: “¿qué somos?” Su respuesta es que somos homo complexus (193), seres físicos, biológicos, y, más allá, somos seres de lenguaje, que es la condición de la posibilidad de la cultura, seres con una identidad individual, social, histórica, planetaria y futura (190-205). Se ve la complejidad del sujeto de la educación en el conjunto de deseos que tenemos, y se ve el gran reto de la educación en identificar y guiar el “puro deseo de conocer”, que es una orientación hacia lo desconocido. Martín nota que para Lonergan la educación debe ser una invitación a probar, comprobar y auto-apropiar. “[L] la propia experiencia de descubrimiento y apropiación […] es una clave fundamental para aquél que entiende y decide aceptar la invitación a la autoapropiación, más allá de leer Insight o las demás obras de este autor” (226). La formación educativa es sumamente compleja porque la estructura consciente donde “habita” el deseo puro de conocer, que es una estructura dinámica, invariante, heurística, metódica y polimórfica (227), al principio y por mucho tiempo es un conocido-desconocido. Tercera parte: el conocimiento en la educación ¿Qué tan pertinente es la visión del conocimiento que está generando nuestra educación actual? ¿Qué tan adecuada es esta visión para los procesos educativos? Estas son las dos preguntas básicas que plantea Martín en la tercera parte de su obra. La respuesta sencilla es decir que la visión del conocimiento que afirma que la realidad está “ahí, afuera, ahora” es inadecuada, y que el conocimiento verdadero consiste en afirmar lo que entendemos de nuestra experiencia. ¿Qué implicación tiene esto para la educación? Que la estructura, las prácticas y el ethos educativos deberían pretender llevarnos desde la caverna de sombras hacia la luz. Más bien, ellos deberían invitarnos a la auto-apropiación y auto-afirmación transversal, en todas las asignaturas. Si la visión del conocimiento implícita en la estructura, prácticas y ethos educativos no nos invita a auto-apropiar y auto-conocer, sino que separa al sujeto de su conocimiento, no puede lograr su rol de promover la crítica y, básicamente, falla en su misión de “educar”, dirigir o encaminar hacia lo bello, lo verdadero, lo real.
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