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86 primavera - Verano 2010 Al final de su obra, el autor sugiere que una de las claves para humanizar la visión de la educación es la fraternidad y el amor humano. Las condiciones y determinantes de nuestro aprender y conocer incluyen relaciones personales. La condición de nuestra libertad –las relaciones personales frágiles y desestabilizantes– también es la condición para la posibilidad: 1) del auto-conocimiento y la auto-crítica; 2) de identificar la actitud de resignación pragmática y las demandas absolutizadas de eficiencia, competitividad y producción; 3) de intentar implementar estrategias para transformar esta actitud y estas demandas. III. “Solamente la ardiente paciencia hará que conquistemos una espléndida felicidad.”3 La tarea de concebir un humanismo verdaderamente transformado y transformante es difícil y compleja; implementarlo es casi una “misión imposible”, y se requerirá una paciencia histórica. No es fácil vivir en la tensión de describir una visión compleja de una transformación educativa que no ha llegado, aún más difícil cuando vivimos en una “cultura light” que inconscientemente es la voz de un sesgo general, que da prioridades a las disciplinas técnicas, que juzgará esta obra sobre una visión de transformar la educación como mera especulación, demasiado idealista, sin aplicaciones prácticas. Esta “cultura light” rodea al hombre “relativamente bien informado, pero con escasa educación humana, muy entregado al pragmatismo” e inclinado a una actitud de “qué más da” con actividades constantes y “divertidas” (Rojas, 1998). Una educación humanística y humanizante debe ser un encuentro, un diálogo que incluya elementos del creer y del ser creído, de persuadir y ser persuadido, de desafiar y ser desafiado, y de cuestionar y ser cuestionado. Debe abarcar el desafío de reconocer que las relaciones personales son uno de los ejes transversales de la educación, y debe destacar que el problema de ponerse en “contacto” con la realidad tiende a desvanecerse en la situación interpersonal4 y cuando nos hacemos la pregunta fundamental 3 Pablo Neruda, “Muere lentamente”, tomado del manuscrito de Educación humanista, p. 132. 4 “El problema del puente tendido desde “aquí adentro” hacia “allí afueCuarta parte: la ética en la educación Martín propone que en el nivel institucional, que es la vida cotidiana de los actores (maestros, administradores, directores, asistentes, etc.), nos hace falta un cambio en la cultura. Su visión es de un ambiente que permita la debilidad del sujeto, “con toda su historia y sus emociones, con sus aciertos y errores, con su posibilidad de confusión y de lucidez” (707). Esto implica un logro, siempre en marcha, entre los actores: el actor que no conoce, no le interesa su historia y no está en el proceso, a veces difícil y doloroso, de apropiar sus propias emociones; a quien le falta humildad para identificar sus aciertos y errores, sus fortalezas y debilidades,1 y quien sin experiencia y memorias de confusión y de lucidez, no puede hacer sino excluir éstas mismas en su rol como maestro, administrador, director, etc., perpetuando, así, el menosprecio del sujeto humano. El error más común, no sólo en la educación sino en todos lados, es la aberración general del sentido común, la tendencia de considerar lo inmediato, concreto y de corto plazo, más relevante y más “práctico” que lo mediato, abstracto y de largo plazo. Dado que todos sufrimos este sesgo, todos somos candidatos para terapia. El remedio, lo que Lonergan llama “Cosmopolis”, es una cultura educativa crítica y capaz de pensar en el nivel de la historia. Quinta parte: la sociedad y la educación Existe una solidaridad de conocimiento, pues el advenimiento de los descubrimientos y las nuevas visiones está condicionado por todos lados.2 Las condiciones actuales incluyen un énfasis en capacitaciones técnicas y la empleabilidad de los que están en el proceso de aprender y conocer. Si las instituciones educativas sufren de la burocratización que las despoja de la iniciativa verdadera, y “la creatividad tiene oportunidades cada vez menores de lograr una realización significativa” (848), pasa que los actores, incluidos los profesores, se consideran como “homo economicus”, capacitados para trabajar de una manera productiva y eficiente, pero sin iniciativa, sin creatividad y sin poder ver y tratar a los alumnos sino como otro “homo economicus”. 1 “La práctica mental del autoexamen permanente de sí mismo es necesaria, ya que la comprensión de nuestras propias debilidades o faltas es la vía para la comprensión de las de los demás. Si descubrimos que somos seres débiles, frágiles, insuficientes, carentes, entonces podemos descubrir que todos tenemos una necesidad mutua de comprensión”. Edgar Morin (2001: 94). 2 “[E]l conocimiento está unido por todas partes a la estructura de la cultura, a la organización social, a la praxis histórica. No sólo está condicionado, determinado y es producido, sino que también es condicionante, determinante y productor” Edgar Morin (2001: 26).

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