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El último informe del Grupo Intergubernamental sobre Cambio Climático (ippc, en su acrónimo inglés) publicado en 2007 afirmaba que el calentamiento global es “inequívoco” y, muy probablemente, de origen antrópico. Las actividades humanas son, “very likely”, responsables del incremento en las concentraciones atmosféricas de gases con efecto invernadero y éstas están perturbando el balance energético del sistema climático global, forzándolo positivamente. El clima global se ha calentado en los últimos 150 años y ese calentamiento se ha ido acelerando en los últimos 30. Así, la década de 2000 ha sido la más cálida del registro instrumental, por encima de las también cálidas décadas de 1990 y 1980, y alejada ya del resto de las anteriores décadas. El calentamiento global está intensificando el ciclo hidrológico, modificando patrones pluviométricos en el conjunto del planeta, mostrando claras evidencias de una mayor ocurrencia e intensidad de los acontecimientos meteorológicos extremos y reduciendo la cubierta de hielos y nieve, tanto continental como marina, o alterando la distribución, composición y estructura de los ecosistemas forestales y marinos, entre otros impactos ambientales. Como ha sido ampliamente reconocido, el cambio climático constituye el reto ambiental más grave al que se enfrenta la sociedad actual y sobre el que se ha de actuar ya, si no queremos enfrentarnos a los altos costos económicos y sociales que sus impactos más negativos sobre los diferentes socio-ecosistemas de los países están teniendo y tendrán, más severamente, en el futuro. La diversidad de efectos ambientales, de impactos sociales y económicos asociados al forzamiento antrópico del sistema climático ha conducido a la necesidad de alcanzar acuerdos internacionales para mitigar el cambio climático mediante la reducción en la emisión de gases con efecto invernadero y para adaptar los países a sus impactos más adversos, minimizando, con ello, sus costes económicos. Como recientemente han reclamado los países en vías de desarrollo ante la próxima cumbre del clima en Cancún, la necesidad de llegar a la firma de un nuevo acuerdo global es hoy mayor que nunca. Ante la ineludible necesidad de acciones para mitigar y minimizar el cambio climático y sus efectos más negativos, qué mejor y más pertinente iniciativa universitaria que la de contribuir, mediante la dedicación del primer número de una revista académica, a incrementar el conocimiento científico y su divulgación en aspectos tan vitales como el de la salud, la economía, la política o la educación en torno al cambio climático. Sin duda éste es un acierto que merece ser destacado y aplaudido, a la vez que felicitada la Universidad Iberoamericana de Puebla (uiap) y sus promotores por tan apropiada iniciativa. En sus manos tienen, pues, el primer número de la revista institucional de la Uiap en su nueva etapa, el cual me siento honrada en presentar. El mismo está dedicado a uno de los retos científicos, ambientales, socioeconómicos y políticos más acuciantes a los que se enfrenta el mundo actual: el cambio climático. Entre sus páginas encontrarán nuevos enfoques y estrategias para afrontar los retos de la educación ambiental a la hora de formar ciudadanos más conscientes de sus responsabilidades en la aminoración de las condiciones de vulnerabilidad climática o certeros análisis de los aspectos económicos y políticos del cambio climático. Sólo me resta desear un excelente futuro y las mejores venturas a la revista institucional de la uiap, particularmente al presente volumen, y, a la vez, reiterar el grato y sincero placer que es el presentarlo. Manola Brunet Centro en Cambio Climático (C3) Universidad Rovira i Virgili, Tarragona, España Co-presidenta del Grupo de Expertos sobre Vigilancia y Análisis Climático de la Comisión de Climatología de la Organización Meteorológica Mundial Tarragona, 10 de abril de 2010 Presentación

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