Rúbricas 3

P resentación Me complace mucho hacer la presentación de este número 3 de la revista Rúbricas que tiene como tema central: “energías renovables”, el cual resulta crucial para nuestra sociedad, ya que actualmente nos encontramos en el arribo de un cambio de época civilizacional, que implicará un switch energético de proporciones inimaginables y, en consecuencia, ajustes sociales nunca antes vistos a nivel planetario. Esta situación, ya ha sido señalada por obras clásicas como los Límites del crecimiento de Dennis y Donella Meadows y colaboradores, así como el seminal trabajo de “Energía y mitos económicos” de Nicholas Georgescu-Roegen. El cambio de época al que me refiero, probablemente representa un punto de inflexión en la historia humana, un punto de bifurcación y fin de una “imagen de desarrollo y progreso”, heredera directa de la modernidad. Esta transición civilizacional, que habría comenzado con la Revolución industrial en el siglo xviii y que tal vez culmine a mediados del siglo xxi, lleva consigo el signo del rediseño y la redistribución de las fuentes de energía. Así, lo que distingue la época actual es el inicio del agotamiento de las fuentes convencionales de energía, principalmente las asociadas al petróleo, al gas y al carbón, y abre la puerta al impulso de fuentes de energías renovables. Este cambio energético representa una nueva época en la historia humana en términos de que abre la posibilidad a una redistribución del poder social en función de una inédita reorganización social alrededor de estas nuevas fuentes de energía. Esta tesis tiene basamento en la documentación científica y en la percepción social, cada vez más generalizada, de la magnitud que han alcanzado los efectos antropogénicos sobre los sistemas ecológicos. Dichos efectos, además, ponen en alto riesgo el aparato productivo del planeta. Ante esto resulta sorprendente la incapacidad, o mejor dicho, la irracional negativa de la mayoría de los gobiernos de países desarrollados y de las empresas transnacionales del petróleo por realizar radicales y efectivas acciones para frenar las consecuencias del cambio climático. Por consiguiente, considero que la percepción social del riesgo climático, cristalizada en las múltiples conciencias de jóvenes de todo el mundo en redes sociales, representa el inicio del golpe de gracia a las economías convencionales basadas en los precios de los mercados y a las múltiples prácticas de apropiación insustentable de recursos naturales a gran escala. Comenzar a preparar el nuevo discurso social o, mejor dicho, una nueva alianza entre naturaleza y sociedad, implica el tránsito hacia una nueva gestión de la energía en el mundo, pero que inicia en la escala de lo local. De esta forma, el tema de la energía debe considerarse cada vez más en la agenda de política pública y no sólo responder a un interés particular del presente siglo. En mi opinión, los efectos entrópicos de la insustentabilidad de los estilos de desarrollo basados en el uso desmedido del petróleo, implementados hasta hoy, es decir, el aumento de la entropía del planeta, acelerará ajustes sociales que impliquen la dispersión de las fuentes de energía y, al mismo tiempo un proceso de reorganización del poder social. Esto provocaría la inhabilitación de la mayoría de los actuales sistemas de producción a gran escala, el colapso energético de todas las megaciudades, migraciones masivas en busca de nuevos ambientes habitables y desajustes en los ciclos biogeoquímicos y en los ecosistemas. Ante esta crítica situación es posible visualizar una alternativa bajo los términos del principio de la “producción mínima de entropía”, enunciada a principios del siglo xx por el célebre premio Nobel de química, Ilya Prigogine, y a su vez retomada bajo el enfoque de crítica a la economía clásica en el trabajo La ley de la entropía y el proceso económico, de Nicholas Georgescu-Roegen a mediados de la misma centuria. Dicho teorema establece que una característica de los sistemas alejados del equilibrio termodinámico, como lo son las sociedades humanas, es impedir que el sistema aumente de manera desmedida su producción de calor con su consecuente desestructuración, y propiciar, por el contrario, que éste se instale en un estado de disipación térmica suficiente para no violar la segunda ley de la termodinámica y permitir su autoorganización. Un estado en el borde térmico de su destrucción, diría Edgar Morin. Así, la gran pregunta del siglo xxi y a la que están orientados los textos de este número es: ¿Cómo diseñar un crecimiento de complejidad socioambiental sin que implique un crecimiento entrópico descontrolado? Felicitaciones a los editores y participantes de este número, pues augura que este tipo de temáticas será cada vez más recurrente en la literatura tanto especializada como de difusión pública, así como en el diseño de nuevas carreras profesionales en todo el mundo. En hora buena, demos este paso hacia sociedades sustentables. Benjamín Ortiz Espejel Director interino de la Dirección de Investigación y Posgrado y coordinador e investigador del Programa Interdisciplinario en Medio Ambiente (pima). Maestría en Estudios Regionales en Medio Ambiente y Desarrollo. Doctorado en Desarrollo, Medio Ambiente y Territorio. 7

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