Rúbricas 4

12 Otoño-invierno 2012 Desde la creación de la ciudad de Puebla, en 1531, importantes factores históricos se desarrollaron en el área de los Fuertes y del Centro, afectando nuestra concepción del espacio actual, los cuales, para efectos de este estudio, fueron organizados de la siguiente manera: 1. La historia de área de los Fuertes de Loreto y Guadalupe 2. La historia del espacio público en Puebla 3. Historia de los puentes en la ciudad de Puebla. 1. Los fuertes de Loreto y Guadalupe son antiguas edificaciones militares ubicadas en la zona nororiente de la ciudad de Puebla, originalmente capillas construidas en lo alto del cerro Acueyametepec, cuyo significado era “cerro cubierto de magueyes y donde abundan ranas”. En 1537, a pocos años de la fundación de la ciudad de Puebla, los frailes franciscanos construyeron, del lado oriente, una ermita dedicada a San Cristóbal, en honor del niño tlaxcalteca que fue martirizado por su padre por haberse unido a la religión cristiana. Por este hecho, primeramente se conoció el cerro como el “de la Ermita” y luego como “de San Cristóbal”. Después pasó al control de los padres betlemitas, y por esta razón fue conocido como El cerro de Belén, de acuerdo con la mención que hace Manuel J. Sierra en su libro A cien años del 5 de mayo de 1862. Del lado poniente del cerro se erigió otro templo, al cual se le asignó la advocación de la Virgen de Loreto, mientras que el templo anterior se dedicó a la Virgen de Guadalupe, alrededor del siglo xviii. En este plano de la ciudad de Puebla de los Ángeles del año 1698, obtenido del Archivo del Centro Histórico de Puebla, se puede observar, en la parte superior, la presencia del Cerro de Belén. Debido a su localización, la capilla construida en el siglo xvii empezó a ser utilizada como sitio estratégico desde 1789 para proteger a la ciudad y como prisión para los militares que infringían la ley en esa época, sin dejar de seguir sirviendo para los oficios religiosos. En 1816, el intendente español Ciriaco del Llano ordenó construir murallas de piedra con revestimientos de cal en torno a los templos, con el objetivo de convertirlos en posiciones militares para prevenir ataques a Puebla de parte de grupos insurgentes. Desde entonces las ermitas se utilizaron como polvorines. Por su importancia estratégica, durante la Intervención francesa los fuertes sirvieron como cuartel de operaciones del Ejército de Oriente y punto central de las batallas libradas en Puebla. Por su ubicación y las defensas que en su entorno se concentraron, los fuertes representaron la “puerta” de México: si caían, la rendición de Puebla era inevitable y con esto se abría el paso franco hacia la ciudad de México. Por eso las fuerzas francesas los atacaron, primero, en la batalla del 5 de mayo de 1862 y, al año siguiente, fortalecidos y con un contingente más numeroso, los sometieron a un bombardeo inmisericorde hasta convertirlos en ruinas (ver Manuel J. Sierra en el libro A cien años del 5 de mayo de 1862). 2. El espacio público en Puebla siempre tuvo gran importancia desde el primer trazo de la ciudad, ya que se desarrollaban muchas actividades, tal como lo menciona José Antonio Terán en relación con las plazas públicas de la Nueva España:

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