Rúbricas 4

29 En ese orden, si desarrollo implica escalar hacia arriba en pos de un estadio cuya superioridad ha sido fijada sobre la base unívoca de parámetros mensurables, dado su origen capitalista que plantea como principal postulado la acumulación, en este caso de factores ambientales de valencias positivas, por definición, deja al margen todo factor que no se inserte en ese perfil cuantitativista. De acuerdo con lo anterior, acumular representa la finalidad y la medida del plusvalor; de la ganancia que se acumula, así se denomine ganancia de oxígeno o de cualquier otro componente de esa índole. Y las nociones de desarrollo y sustentabilidad, al responder a criterios económicos, dan cuenta de la acumulación y la privilegiación de lo mensurable como vía unívoca de evaluación para medios y metas pertinentes a un carácter macro en el que nada tiene que hacer cuanto se refiera al nivel micro del mundo de la vida, de la vida cotidiana, ámbito donde se entreteje la felicidad. Por lo expuesto, la inserción del quehacer arquitectónico, que corresponde al mundo de la vida, ha de aproximarse a la felicidad –al menos situacional– de las personas destinatarias o no del hecho arquitectónico. Y como tal, debería considerar como propósito programático la incorporación integral del ser, el deber ser y el sentir ser. Lograr tal objetivo supone la inclusión analítica de lo local y lo regional, tamizada por el sentido común, que no es otra cosa que la capacidad de observación y, sobre todo, de deducción mediante las lecturas de la forma física y social materializada en el entorno construido como cristalización de la sabiduría acumulada del conocimiento, respeto y aprovechamiento racional del medio físico circundante para la seguridad física y ontológica sin exclusión del placer. De ese modo, si es que la felicidad no es tangiblemente posible, la seguridad física y ontológica placenteras son el medio para alcanzar el mayor distanciamiento entre el yo y la infelicidad, donde el producto urbano/arquitectónico diseñado como medio pancalista,6 asume la sensualidad como dispositivo para alcanzar los propósitos de la intencionalidad planteada. Dentro de tales procesos proyectuales, el diseñador debería asumir la sensualidad de las personas y la suya propia más que como una sumatoria sinestésica como una experiencia estética, donde recuerdos y sensaciones amplían la noción empleada en música de audition colore, forjando combinatorias con diversas equivalencias: olor-color, color-sonido o tacto-olor. Y al encuentro de las personas en y con el espacio en el tiempo, como resonancia estética a la cual debe corresponder el producto diseñado en tanto expresión ética de resistencia frente a una concepción sustentable limitativa. El diseño urbano/arquitectónico es búsqueda interrogante frente a la necesidad intrínseca humana de aproximarse a la felicidad, más que satisfactor simplificado o proveedor de respuestas a necesidades funcionales. Eso se lleva a cabo al favorecer la apropiación gozosa de los espacios construidos y hacer de ellos lugares como el que representa la metáfora del recuerdo que invoca la vida dentro del útero materno. En esto se sustenta nuestra apuesta por un diseño de arquitectura moral, que asumimos como un respaldo solidario con el entorno y las personas, teniendo a la estética como estrategia para una ética epicureísta hedonista7 y desde donde incluimos a la belleza como promesa de felicidad. Por último, cuando un deseo es verdadero no es fácil convertirlo en metáfora, sin embargo esperamos que estas líneas hayan cumplido su objetivo y que hagan eco en las jóvenes generaciones de diseñadores/as buscando lograr la promesa de felicidad en aquello que proyecten. 6 Pancalista se asume aquí como postura utópica, convencida de que la belleza es un dispositivo que permite dirimir los problemas. 7 Apelando al origen de la definición de estética como estesis contraria a anestesia que involucra el cuerpo al servicio de la sensibilidad, al epicureísmo como apuesta por la felicidad y al hedonismo como búsqueda del placer. Referencias recomendadas Augé, Marc (1993), “Los no lugares”. Espacios del anonimato, Barcelona: Gedisa. _______ (1996), El sentido de los otros, Barcelona: Paidós. Barnes, Julián (1994), El loro de Flaubert, Barcelona: Anagrama. Bauman, Zygmunt (2008), El arte de la vida, Barcelona: Paidós. _______ (2005), Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos, Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica. Guzmán Ríos, Vicente (2011), Voces, colores y formas tlalpenses, México: Delegación Política en Tlalpan. _______ (2001), Perímetros del encuentro, plazas y calles tlacotalpeñas, México: uam Xochimilco. Heller, Agnes (1991), Sociología de la vida cotidiana, Barcelona: Península. Maffesoli, Michel (1990), El tiempo de las tribus, Barcelona: Icaria. _______ (1993), El conocimiento ordinario, México: Fondo de Cultura Económica. Martínez Alier y Klaus Schlüpmann (1991), La ecología y la economía, México: Fondo de Cultura Económica. Morin, Edgar (1997), Introducción al pensamiento complejo, Barcelona: Gedisa. Wallerstein, Immanuel (1991), Impensar las ciencias sociales, México: Siglo xxi Editores.

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3