Rúbricas 4

P resentación Durante las últimas décadas, en México hay una tendencia, casi irreversible, por la urbanización de la cultura. La lectura la obtenemos, por un lado, a partir de la estadística demográfica que marca indicadores contundentes en este sentido: en 1950 alrededor de 41% de la población vivía en ciudades; en el último Censo de Población y Vivienda 2010, la población urbana ascendió a 77.8%, y con esto, las necesidades crecientes de una población que, abigarrada en los centros urbanos, demanda calidad en los servicios, accesibilidad a centralidades, vivienda habitable y equidad en la gestión de la ciudad. ¿Qué significa calidad, accesibilidad, habitabilidad y equidad para la mayoría de la población en México? Entendamos que la ciudad es un espacio vital donde las personas desarrollan todas sus actividades; es el lugar donde ha emergido el pensamiento más evolucionado de nuestra civilización. Esto es así, y cada vez más, porque ofrece condiciones materiales para que la vida humana alcance su máxima expresión. Pero también, desafortunadamente, implica condiciones desfavorables para la sobrevivencia de millones de personas. Más allá del lacerante empobrecimiento existente en el ámbito rural, el que ya representa en las ciudades, lastima casi a cualquier ciudadano. Parece que nos hemos empecinado en mantener rasgos de segregación social de tal magnitud que la pobreza urbana es una característica particular de las metrópolis, nacionales y latinoamericanas. Este número 4 de la revista Rúbricas trata, precisamente, de identificar algunos de los problemas que enfrentan los habitantes de las ciudades. Por una parte, parece que no hemos sido capaces de poner en marcha un modelo urbano que facilite un auténtico desarrollo humano: la contrastante riqueza de unos pocos, el empobrecimiento material y cultural de muchos, así como la inmovilidad de quienes pueden tomar acción para que cambien las condiciones de la mayoría de la población, dibujan una perspectiva de la realidad urbana y social que nos desafía a seguir trabajando por un futuro más esperanzador y equitativo. Como universidad nos toca reflexionar a fin de accionar el pensamiento, para que en la actuación de estudiantes, egresados, profesionales y especialistas del campo, discutan con el conjunto de la sociedad aquel proyecto que garantice la calidad de los servicios públicos de una ciudad: agua, saneamiento, energía, abasto, educación y salud. No solamente para unos cuantos, que pueden pagar los altos precios de acceso a estos servicios, sino para todos sus habitantes. Acceder implica movilidad y, en este sentido, la apuesta por el vehículo automotor, como objeto privilegiado en la ciudad, ha segregado dramáticamente a la sociedad. La sociedad del confort no es una verdadera aspiración de la mayoría de los ciudadanos. Nos apetece calidad de vida. El urbanismo está de moda; casi tanto como el sistema. Las cuestiones y reflexiones urbanísticas trascienden los círculos técnicos, especialistas y de intelectuales que se pretenden vanguardistas. A través de artículos periodísticos y escritos de alcances y ambiciones distintas, pasan al dominio público. Simultáneamente el urbanismo se transforma en ideología y práctica. Y sin embargo, las cuestiones relativas a la ciudad y a la realidad urbana no son del todo conocidas. HENRI LEFEBVRE

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