Rúbricas 5

25 En el siglo xix y principios del xx, la psicología era una mezcla de diversas metodologías para estudiar la mente humana. Por un lado estaba el psicoanálisis freudiano, que al mismo tiempo que daba una explicación para el comportamiento humano, prometía curar diversas enfermedades mentales. Por otro lado, en Alemania, el laboratorio de W. Wundt (1832-1920) desarrollaba el método de la instrospección (Wundt, 1885) para examinar los contenidos mentales. La psicofísica (Weber, 1848), de Weber (1795-1878) y Fechner (1801-1887) intentaba relacionar la magnitud de los estímulos físicos con la magnitud de las respuestas perceptuales (Fechner, 1860). En Rusia, Ivan Pavlov (1849-1936) descubría y medía el condicionamiento de los reflejos fisiológicos y generalizaba sus resultados a toda conducta humana (Pavlov, 1927). En Estados Unidos, E. Thorndike (18741949) estudiaba el aprendizaje y postuló la ley del efecto que durante mucho tiempo llevó su nombre (Thorndike, 1932). El énfasis de esas metodologías, con excepción del psicoanálisis, era en la medición. Se medía la magnitud de las respuestas, o la magnitud de los estímulos o se contaba el número de ensayos requeridos para lograr el aprendizaje. Pero todos los teóricos, aun los psicoanalistas, estaban más o menos de acuerdo en el determinismo de la conducta humana. No se coincidía en qué es lo que debe estudiarse ni cómo, pero sí se suponía que el comportamiento, o la mente, dependían de las circunstancias y de la propia historia. La psicología estaba naciendo y quería ser una ciencia como la física, la química y la biología. Se adoptaron los usos científicos de la época: medir, experimentar, predecir, controlar y evitar la postulación de entidades inobservables como el eter, la vis viva, y la mente inmaterial. En 1913, en Estados Unidos, John B. Watson (1878-1958) publicó el Manifiesto Conductista (Watson, 1919) que propone una manera de estudiar el comportamiento apoyándose en los estudios de Pavlov y Thorndike. El Manifiesto de Watson impactó profundamente en los medios académicos norteamericanos e influyó en varios autores experimentales que coincidían en la filosofía conductista básica, pero diferían en métodos y en propuestas teóricas. Entre estos experimentadores conductistas merece mención especial Clark L. Hull (1884-1952), quien intentó dar formulaciones matemáticas para calcular el nivel de motivación. A partir de sus fórmulas quedó establecida la idea de que los estados psicológicos son función de ciertas variables que se pueden definir, medir y calcular (Thorndike, 1932). En 1938, B. F. Skinner (1904-1990) publicó The behavior of organisms (1938). En esta obra establece las bases del Análisis Experimental de la Conducta que sería la forma de conductismo radical que mayor influencia tendría en México. Casi se puede determinar la fecha en que el conductismo llegó a México. En 1964, Emilio Ribes (1982), Victor Alcaraz (1998), Antonio Gago (1997), Florente López (1984) y otros crearon en la Universidad Veracruzana, en Jalapa, un plan de estudios de la licenciatura en Psicología dentro de la Facultad de Ciencias y, siguiendo el ejemplo norteamericano, se propusieron darle carácter científico (Galindo, s/f). En los años sesenta del siglo xx la psicología en México era una profesión sin reconocimiento legal y sin un objeto de estudio claro. Las opciones de quien estudiaba esa carrera se limitaban a realizar estudios psicométricos para selección de personal o para los casos clínicos que los psiquiatras les canalizaban. Su herramienta de trabajo era casi exclusivamente la aplicación de pruebas psicométricas y proyectivas. Su campo de trabajo estaba limitado a las áreas de personal de las empresas, a la orientación vocacional y al auxilio de los médicos psiquiatras. Los psicólogos mexicanos no tenían posibilidad de hacer psicoterapia, los psicoanalistas los menospreciaban, no podían prescribir medicamentos, y ellos mismos no sabían cuáles eran sus opciones de trabajo. Los psicólogos graduados se referían a sí mismos como licenciados o doctores, nunca como psicólogos. En ese contexto es fácil entender el impacto del grupo de Jalapa que, haciendo a un lado las pruebas psicométricas, empezó a utilizar técnicas de modificación de conducta para instruir y manejar a niños con retardo en el desarrollo. Las posibilidades de trabajo para los psicólogos se ampliaron inmediatamente, pues la modificación de conducta estaba haciendo sus primeros intentos para intervenir con éxito en problemas educativos y clínicos. El cambio en el ambiente profesional de los psicólogos fue marcado por los graduados y profesores de la Universidad Veracruzana que se referían a sí mismos como “Psic.” El conductismo trajo, como primera gran aportación a la psicología mexicana, la autoafirmación e independencia de la profesión. Los profesores del grupo Jalapa se trasladaron a la ciudad de México donde formaron a varias generaciones de psicólogos con orientación conductista en la unam y en la Universidad Iberoamericana. En 1972 fundaron, en la unam, el primer laboratorio de Análisis Experimental de Conducta (Galindo, s/f). El conductismo radical propuesto por Skinner fue recibido en México con gran entusiasmo y, simultáneamente, con gran oposición; lo mismo que en Estados Unidos y, posteriormente en Sur América y España. Las escuelas de Psicología se convirtieron en campos de batalla en los que se enfrentaron conductistas con psicoanalistas, rogerianos y psicómetras. En 1975 la unam creó la Escuela Nacional de Estudios Profesionales Iztacala, dedicada a las ciencias de la salud, entre las que se incluyó la Psicología. La dirección de la misma quedó en manos de Emilio Ribes (1982), quien creó un plan de estudios totalmente conductista. Ahí los psicólogos recibían entrenamiento en Psicología experimental básica y

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