76 Primavera-verano 2013 unos cuantos con escenas cotidianas de lucha, desesperación y dolor. Son una realidad cada vez más palpable los factores que destruyen los lazos sociales. Parece que la percepción de esta realidad ha aumentado notablemente, pero para las mayorías no aumentan ni la calidad de vida ni la conciencia política (Freitas, 2010). ¿Qué puede esperarse de los esfuerzos que puede propiciar la psicología comunitaria? Tiene una tarea fundamental en contribuir a poner en alerta y en acción a poblaciones neutralizadas, desactivadas; en quebrar fatalismos, conformismos, indiferencia, naturalización de situaciones inaceptables para la vida y la dignidad humanas; en lograr participación de las poblaciones en los proyectos públicos (Freitas, 2010). Pero esto no puede hacer abstracción de que los fatalismos, los conformismos, la indiferencia son, con frecuencia, el resultado del fracaso de las luchas, de la experiencia de represiones y cooptaciones de diferente forma e intensidad, de la impunidad de los que detentan el poder, de la cooptación que se hace de procesos autónomos en nombre de la participación en las políticas públicas. ¿Cómo construir relaciones democráticas y solidarias en las comunidades en las que actúan los psicólogos sociales, capaces de enfrentar dignamente la opresión? Para esto es necesario desarrollar nuevos instrumentos de análisis e involucramiento para enfrentar problemas cotidianos, producción de conocimiento en la interacción de sujetos y académicos, con una ética de solidaridad y de derechos humanos (Freitas Campos, 2002: 10-11). Se trata de una dinámica que lleva a transformar al individuo en sujeto, Cézar Wagner de Lima Góis (1993) define con claridad la psicología comunitaria: Uma área da psicologia social que estuda a atividade do psiquismo decorrente do modo de vida do lugar/comunidade; estuda o sistema de relações e representações, identidade, níveis de conciência, identificação e pertinência dos individuos ao lugar/comunidade e aos grupos comunitários. Visa ao desemvolvimento da conciência dos moradores como sujeitos históricos e comunitários, através de un esforço interdisciplinar que perpassa o desemvolvimento dos grupos e da comunidade. […] Seu problema central é a transformaçao do individuo em sujeito. Silvia Tatiana Maurer Lane propone que para analizar las relaciones con los otros hay tres categorías fundamentales: actividad, conciencia e identidad. Dice: El psicólogo en la comunidad trabaja fundamentalmente con el lenguaje y las representaciones, con relaciones grupales –vínculo esencial entre los individuos y la sociedad– y con las emociones y afectos propios de la subjetividad, para ejercer su acción a nivel de conciencia, de actividad y de identidad de los individuos que irán, algún día, a vivir en una verdadera comunidad (Maurer Lane: 1996: 31). La psicología comunitaria reconoce la necesidad de situarse en contextos sociohistóricos, en ubicar su tarea en las condiciones que el capitalismo contemporáneo ejerce sobre estructuras, culturas y personas, en la lucha por los derechos humanos de vida y dignidad, frente al poder depredador del “divino mercado”, y también frente a los riesgos del comunitarismo fundamentalista emergente, que destruyen al sujeto. 4. Entramados comunitarios y transformaciones del mundo Comunidad en un mundo de individuos Es preciso reconocer que este mundo que requiere cambiar hacia la justicia, la dignidad y la paz es un mundo de individuos. Como ya lo señaló Góis (1993), la tarea central de la psicología comunitaria es propiciar que los individuos se transformen en sujetos, capaces de actuar creativamente y de construir la propia existencia. Individuos-sujetos que se integren en comunidades por elección personal (Heller, 1972) porque están abiertos a la universalidad-pluriversalidad, porque favorecen la objetivación por la actividad del trabajo, porque en ellas se dan relaciones, productos, acciones e ideas que configuran la autoconciencia, que integran la socialidad, y que promueven la libertad. Comunidades de este tipo tienen el potencial de crear redes de diálogo, de comunicación, cuidado y protección; redes de sinergia, de compasión, compartir, colaborar y de poder-hacer (no de poder sobre) (Trigo, 2011). Ahí se da el esfuerzo por ejercer el derecho a la igualdad, lo que genera confianza mutua; y el derecho a la diferencia lo que crea autoestima. Todo esto desemboca en un ambiente que permite el despertar del sujeto afirmado, que vive autoestima y confianza, y que se abre al poder compartido, a las relaciones de horizontalidad, aun en medio de inevitables conflictos que se aprenden a gestionar. Desigualdad y discriminación A pesar de que las técnicas de información y comunicación pueden favorecer el diálogo entre diversidades en el espacio virtual (Méndez Lara y Galvanovskis, 2011), sigue siendo una realidad el hecho de que la población se asienta en ubicaciones concretas (Almeida y Sánchez, 2007). La tierra y el territorio están y para unos son asentamiento y raíces, pero para una mayoría creciente son despojo y desarraigo. Trabajo y ocupación fueron características de los seres humanos desde los albores de la humanidad, pero ahora son privilegio y fuente de seguridad, para unos, exclusión y necesidad de migrar para otros. El lenguaje y las representaciones son elementos constitutivos de la psique humana, pero ahora parece que la comunicación y la imaginación se han convertido en monopolio para unos, y
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