Rúbricas Número Especial

45 De acuerdo con los especialistas en el tema, la seguridad ciudadana tiene dos dimensiones principales: una objetiva y una subjetiva (Otamendi, 2009). La primera se relaciona con la materialización de los actos que vulneran la integridad de los ciudadanos y la segunda se refiere a la mayor o menor sensación de seguridad que éstos manifiestan, independientemente de lo que las estadísticas sobre delitos cometidos indiquen. En México la inseguridad ciudadana objetiva y subjetiva ha crecido significativamente en años recientes; el detonador, que no el origen, generalmente se asocia con la violencia causada por el combate al narcotráfico. En este sentido, el problema de seguridad ciudadana está íntimamente ligado a un problema de seguridad nacional. En este espacio presento algunas reflexiones sobre el problema de seguridad ciudadana desde la perspectiva de políticas públicas. Discuto, primero, que la respuesta insuficiente (y deficiente) del gobierno puede deberse a la falta de una definición clara de la seguridad ciudadana como un problema público, ya que ha estado subordinada al tema de la seguridad nacional. Otra posible razón es que el problema de la seguridad ciudadana ha recibido un tratamiento inadecuado por lo que no ha impactado lo suficiente a los decisores políticos. Finalmente, desde la perspectiva de los estudios de implementación de políticas, discuto algunos aspectos que pueden complicar la operación de una política de alcance nacional en un sistema federal, como lo es México. Víctor Figueras Investigador y coordinador en la Ibero Puebla de la licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública así como de la maestría en Políticas Públicas

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3