Rúbricas Número Especial

75 Susanita, en su casa, vive un ambiente de amor y paz y es una niña muy protegida por sus padres. Sin embargo, habita en una ciudad donde se respira la violencia, y ésta llega al centro de sus emociones. Un día, su maestro pidió a los alumnos que escribieran un cuento de tema libre y Susanita inventó el que aquí presentamos. Al escribir, la niña expresa sus inquietudes, temores e inseguridades provocados por el medio exterior que la rodea, nos dice que la violencia está allí, anda suelta y tiende a multiplicarse. Ése es el tema que le preocupa y desde su mente infantil trata de encontrar, a través de un hilito mágico, remedio y escarmiento para los seres violentos. En la ciudad de Guadalajara, en el año 1999, había un niño a quien le decían Pepe. Él era güero, de ojos negros, chaparro, listo, gordo y travieso. Iba a una escuela llamada América, la cual era muy grande, bonita y estaba pintada de color verde. A Pepe, unos compañeros le pegaban muy fuerte. Siempre llegaba a su casa sucio de tierra y con manchas de sangre. Escondiéndose, corría al baño a limpiarse las heridas y jamás comentaba a sus padres qué le sucedía porque no quería preocuparlos. Un día se armó de valor y quiso golpear a sus compañeros, pero ellos lo corretearon, cayó y rodó por las escaleras. Cuando llegó a la planta baja, le salían chorros de sangre de su nariz y boca. Los maestros y la directora trataron de levantarlo para llevarlo al hospital, pero ya estaba muerto. Los niños que lo habían agredido fueron llevados a un reclusorio. Cuando llegaron a ese lugar ¡qué sorpresa se llevaron! Pepe los estaba esperando y para vengarse los asustaba a cada rato. Iban a la cocina y Pepe se les aparecía, jugaban al fútbol y les quitaba el balón, iban al baño y también allí lo veían. Por fin salieron de ese sitio. Ellos creían que jamás volverían a ver al niño a quien tanto habían molestado, pero ¿qué creen? Afuera del reclusorio los estaba esperando Pepe. Espantados, corrieron hasta la orilla de un río, se llenaron de lodo en la huida, y Pepe seguía detrás de ellos. Regresaron a sus casas y allí encontraron a Pepe, al día siguiente fueron a la escuela y desde la primera banca del salón, Pepe los miraba con mucho rencor. Jamás comentaron esto ni a sus maestros ni a sus padres porque pensaban que no iban a creerles. Así ellos vivieron siempre ante la presencia de Pepe, quien en todo momento les recordó que fueron muy malos. FIN

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