Rúbricas Número Especial 2

34 Número especial, otoño 2013 Cómo surge la Beca Padre Pedro Arrupe De acuerdo con las referencias del maestro Oscar Soto, la Beca Arrupe es una actualización de un tipo de beca que existía en la Ibero Puebla desde 1996 y era conocida como “Beca Sierra”, pues fue inicialmente una beca para jóvenes indígenas de la Sierra Norte de Puebla. En aquel momento era una beca de 100%. Durante la gestión del rector Carlos Velasco sj, se cambió el formato y se asignó al Programa Universitario Ignaciano para darle seguimiento a los estudiantes que recibieron la beca. Se ampliaron las regiones de las que vinieron estudiantes, sobre todo de aquellas donde hay Obras Sociales jesuitas (como Bachajón, Chiapas). Desde entonces ha transitado por la Ibero un gran número de estudiantes a los cuales se les ha brindado la oportunidad de desarrollarse personal y profesionalmente, con el objetivo de que regresen a sus comunidades y puedan generar un cambio, dando pie, con las herramientas que la Ibero ha puesto a su alcance, al desarrollo de su comunidad. Hasta el año 2003 en la Beca Arrupe sólo se admitían estudiantes de comunidades indígenas. Cómo surgió esta gran oportunidad para una comunidad semiurbana En una clase muy productiva y característica de la Ibero, la química María Eugenia Arrechu comentaba que existía cierta igualdad de oportunidades entre comunidades urbanas y semiurbanas, pero la ex alumna Adriana White Arnauda expuso la situación que su papá veía a diario como profesor en un bachillerato general en una comunidad relativamente cercana a la capital de Puebla, donde la actividad económica gira en torno a la maquila, la construcción y el campo, con salarios bajos, que oscilan entre los 600 y 1 000 pesos semanales, con cero prestaciones; donde estudiar el nivel secundario ya era un enorme logro, no hablemos de la universidad, porque con las pocas ofertas cercanas a la comunidad, hace diez años, y el salario tan bajo, la única salida era ingresar a un taller de costura como la más cómoda opción, de aprendiz de albañil o campesino, así, día tras día por muchos… muchos años, con el alcoholismo tan al alcance de todos y a cualquier edad. En ese momento permeó el primer rayo de luz, pues congruente con el objetivo de la Ibero que es la formación de hombres y mujeres íntegros, cualidad que implica tener una excelencia profesional, aprender a pensar por sí mismos y ser capaces de encontrar causas por las que vale la pena dedicar la vida y tomar decisiones (Filosofía de la Ibero), la profesora no dejó el comentario al aire y, de inmediato, tomó la decisión de conversar con el profesor Jorge White López, quien es el impulsor de esta modalidad de beca. Ahí comenzó el peregrinar de una oficina a otra exponiendo, convenciendo y apelando a la buena voluntad, pero sobre todo al buen juicio para mirar la situación de esta comunidad, y decidir el porqué brindarles a estos jóvenes una oportunidad y no a otros de una comunidad indígena, como había sido desde los inicios de la beca. Pues bien, el primer paso estaba dado, becas de 90% para dos alumnos de una comunidad semiurbana habían sido aprobadas, ahora sólo restaba que éstos fuesen capaces de demostrar que tenían capacidad para aprovechar al máximo lo que la universidad brindaba a manos llenas. . *** El paso de Tlanalapan a la Universidad Iberoamericana fue inmenso, si no cambió mi vida por completo sí puedo decir que cambió mi persona, la forma de pensar, de ver el mundo, y la problemática social. Una anécdota muy particular, chusca en realidad, fue la primera vez que pisé la Ibero, entramos por el estacionamiento y caminando junto al gimnasio levanté la mirada y lo vi tan inmenso que me quedé boquiabierta y lo primero que vino a mi mente fue ¡wow, una escuela de verdad! Realmente en ese momento “me calló el veinte” de la gran oportunidad que la vida me había regalado, una institución tan grande y de prestigio ameritaba el mayor esfuerzo posible. Y así fue, desde ese momento. Mis recursos eran muy pocos, pero mis ganas de no fallar eran muchas, así que no dudé en tomar cuanto trabajo se me atravesara y que, por supuesto, me permitiera estudiar a la par: lavaloza, mesera, costurera, niñera y asesora del ieea; pero quienes realmente siempre estuvieron respaldándome como ángeles de la guarda fueron los miembros de la familia White Arnauda, pues sin ellos no lo abría logrado; estoy convencida de que fueron marcados por la misión de la Ibero, porque han sabido comprometerse para y con los demás, y desde sus posibilidades han buscado la construcción de una sociedad más justa y humanamente solidaria, aplicando su propia filosofía de formar una “cadena de favores”, pues no esperan que yo les regrese algo a cambio de lo que ellos hicieron por mí, sino que esperan que yo, en cualquier oportunidad, pueda hacer algo por otras personas; si estas acciones y actitudes se multiplicaran nuestro entorno sería diferente. En algunas charlas con el profesor Jorge le preguntaba qué ha significado para él haber sido pieza clave para la apertura de una nueva modalidad de la Beca Arrupe. Él comentaba que significa sentirse útil y aportar mi respectivo grano de arena en la sociedad, porque se espera que todos los becados puedan adquirir otro punto de vista de la vida, que alcancen oportunidades diferentes a las que lograrían en su comunidad, que tengan esperanzas y expectativas diferentes. De igual forma estoy convencida de que Dios me ha dado todo lo que necesito en el momento oportuno, y me siento muy satisfecha de que como fruto de mi esfuerzo se haya logrado que, al igual que a mí, se le abrieran las puertas de la Ibero a siete compañeros más, que seguramente se han enfrentado a experiencias similares a las mías, algunas

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