Rúbricas Número Especial 2

42 Número especial, otoño 2013 Las pasadas elecciones mexicanas, por las cuales surgiría el presidente de la República, estuvieron marcadas y diferenciadas de las anteriores no por fraudes ni compra de votos, que eso es pan de cada elección, sino por la repentina y sorprendente insurgencia de un grupo de jóvenes estudiantes universitarios que simplemente reaccionaron ante una situación a la que todos deberíamos oponernos: se negaron a ser manipulados y a adoptar una idea que les era vendida día tras día por los principales medios de comunicación. Aquellos jóvenes fueron el principal catalizador del movimiento que poco tiempo más tarde sería conocido como #YoSoy132, el cual despertó, dentro de la sociedad mexicana, tan diversas reacciones que sería aventurado y casi imposible catalogarlas a todas. Muchos formamos parte de este movimiento, y seguimos aquí, otros se han ido a luchar de diferentes formas por la misma causa, y varios se quedaron atrás, vanagloriándose de haber sido sin ser, y sobre todo sin hacer. #YoSoy132 representó, y representa, no sólo una simple protesta de jóvenes molestos; significó la chispa que encendió una llama, primero de conciencia sobre la problemática coyuntural que se vivía, después una ardiente convicción de lucha contra lo que verdaderamente se debe luchar: contra los factores reales de poder que han sobrepasado al Estado mismo, en particular, los medios de comunicación, y en contexto: Televisa. De aquí que #YoSoy132 aclarara, desde el principio: “no estamos en contra de un hombre, estamos en contra de una estructura”. El movimiento se levantó frente al poder real de nuestro país, frente al ser intocable que es el verdadero titiritero de la política mexicana, y en consecuencia fue contra su principal producto: Enrique Peña Nieto. Los jóvenes identificamos en él el ansia de poder y la imposición mediática que se gestaba. La lucha era contra Televisa y, de manera colateral, contra Peña Nieto, en tanto éste y su Presidencia era y es producto de la televisora. No se puede negar que el primer estallido del movimiento, y su génesis misma, se centró en el entonces candidato del pri, en su participación dentro de la Ibero Ciudad de México, pero, si se hace un análisis, podrá encontrarse que la indignación contra él no surgió por causa de su persona, sino por su proyecto político fuer-

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