Rúbricas Número Especial 2

P resentación Actualmente, la mitad de los más de 7 mil millones de personas que habitan nuestro planeta tiene menos de 25 años de edad; de ellos, alrededor de 3 mil millones han alcanzado ya o están por entrar en la etapa reproductiva; es decir, según los criterios convencionales de agrupamiento estadístico, son jóvenes, no obstante lo debatible que —como cualquier otro— es el criterio cronológico de adscripción. La juventud, nos ha enseñado Rossana Reguillo, es un mundo a tal grado complejo, heterogéneo y problemático que más vale nombrarlo en plural. Es un hecho que ese vasto universo humano al que desde una perspectiva u otra es posible referirnos como “los jóvenes”, enfrenta hoy condiciones de vida sumamente adversas. Cerca de la cuarta parte de ellos debe sobrevivir con un ingreso promedio de menos de un dólar diario; de las aproximadamente 6 mil nuevas infecciones de VIH que diariamente se producen en el mundo, la mitad afectan a los jóvenes y especialmente a las mujeres, que representan dos terceras partes de esa mitad. En México, la población entre los 15 y 24 años de edad equivale a casi la quinta parte de la población total, con una cifra que ronda los 22 millones, la mayor población juvenil de toda nuestra historia. Nunca más cierto que hoy, el nuestro es un país de jóvenes, sin embargo eso no significa necesariamente que sea un país para los jóvenes; es decir, un país donde éstos tengan oportunidades suficientes y dignas para llevar adelante sus aspiraciones. Las evidencias que acreditan lo anterior son abrumadoras: alrededor de 15 millones de jóvenes están en situación de pobreza; sólo el 56% llega al bachillerato, únicamente el 21% se graduará de una universidad; el 25%, ni estudia ni trabaja, la mayoría son mujeres. Asimismo, estudios recientes nos dicen que en México siete de cada 10 jóvenes sufren violencia psicológica, física o sexual y que el suicidio se ha convertido en la tercera causa de muerte entre los adolescentes y jóvenes mexicanos. La Encuesta Nacional de Adicciones de 2011 evidenció que cuatro de cada 100 jóvenes en este país son alcohólicos y el 1.5% son adictos a alguna droga. Cerca de un millón sufren condiciones de vida que los hace altamente susceptibles de caer en manos del crimen organizado. En suma, ser joven en el México de la segunda década del siglo xxi es lo más parecido a desempeñar una ocupación de alto riesgo; no es posible observar el devenir de nuestros jóvenes sin sentir en lo profundo del corazón una emoción en la que se mezclan la angustia y la fascinación, un sentimiento que no se sabe si anticipa un desastre inapelable o la revelación definitiva. Lo único cierto es que, más allá de cualquier retórica, el mundo y México se juegan hoy su destino en la gravitación sobre la incertidumbre de esos millones de vidas. Por todo lo anterior y mucho más, es urgente hablar de los jóvenes, pero aún más urgente es escucharlos, y ese es precisamente el espíritu con el que la ibero Puebla ha querido dedicar este número de su revista Rúbricas a ellos. Los contenidos de este número no pueden hacer menos que reflejar diversas facetas de las ya referidas complejidad y adversidad que caracterizan hoy el mundo de los jóvenes, pero también ofrece no pocos motivos para festejar la vitalidad, la

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