Rúbricas Número Especial 3

25 a cabo con un ánimo firme e inconmovible, es decir, que esté plenamente consciente de su actuación y la manera en que está influyendo en el mundo exterior. Si veo caer un vaso con agua y lo logro detener antes de que llegue al piso, no habré realizado un acto prudente, sino una acción meramente instintiva o por reflejo. Por el contrario, cuando elegí mi carrera profesional, vislumbrando los pros y contras de varias opciones, evaluando mi entorno personal y familiar, se trató de una decisión prudente. La prudencia no nos lleva siempre a tomar la decisión correcta, pero sin duda nos salvará de muchos errores en el futuro. Por otra parte, la prudencia como prevención (segunda acepción) implica que antes de tomar una decisión, es necesario imaginar cómo impactará ésta en mi persona, en los seres que me rodean o en la sociedad. Muchas veces nuestras acciones tendrán efectos fácilmente previsibles a futuro, que debemos tomar en cuenta. Por ejemplo, nadie puede afirmar que un alcohólico no sabe que, más tarde o más temprano, el abuso de bebidas embriagantes causará estragos en su cuerpo y su familia e, incluso, le puede acarrear problemas laborales o con las autoridades. Como nos dice la tradición aristotélica y de derecho romano, la justicia es la voluntad constante y perpetua de dar a cada uno lo que le es debido. La justicia implica igualdad y alteridad; igualdad, ya que un trato justo necesariamente es un trato igualitario con otras personas o situaciones. La alteridad significa que la justicia ha de referirse siempre a una persona distinta de quien la exige o reclama, esto es, entre sujetos diversos; dicho de otra manera, si yo invoco un derecho, me doy la razón y actúo en consecuencia, no estaré aplicando justicia, sino un simple acto de venganza. Por su parte, la fortaleza conlleva reconocer que las personas somos vulnerables a sufrir un daño o mal y, a pesar de ello, podemos actuar de manera justa. La fortaleza implica actuar con valentía, encarar las adversidades y los peligros que pueden acarrearnos una decisión. Finalmente, la templanza es la capacidad de resistir las tentaciones que nos atraen a los excesos del cuerpo (comer en demasía, bebidas alcohólicas, drogas, lujuria) o de la mente (rencores, avaricia, poder, entre otros). Con las breves nociones que acabamos de repasar podremos advertir la relación que la ética tiene con los derechos humanos. Una persona prudente será poco propicia a violar derechos humanos. En efecto, si nosotros analizamos cuidadosamente una acción antes de realizarla, previendo cuáles serán las Si hablamos de ética de las virtudes, necesariamente tenemos que traer a colación las virtudes cardinales: prudencia, fortaleza, templanza y justicia. Fotografía: Selbymay, estatuas representando las virtudes cardinales, en la fachada del ayuntamiento de La Rochelle.

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