12 primavera - Verano 2011 Migración, género y derechos humanos El tema de la trata de mujeres para la explotación sexual ocupó buena parte de las discusiones en las distintas mesas de trabajo, toda vez que se reconoció que más de 80% de las formas de explotación en la trata de personas es sufrida por mujeres, niños y niñas en diversas modalidades de explotación sexual. No obstante que el formato del congreso dio cabida a una infinidad de posiciones respecto a la prostitución, el ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos, la autonomía y voluntad de las mujeres, las políticas públicas y el cumplimiento de las obligaciones del Estado en la materia, así como de las diversas formas de explotación sexual, la noción misma de la explotación como la sujeción de la voluntad y de la autonomía de una persona o grupo de personas con respecto a otra que ejerce diversos modos de coacción y autoridad para obtener un beneficio económico, material o simbólico, fueron puntos de acuerdo entre nuestras múltiples divergencias, al reconocer que niños, niñas y adolescentes son seres humanos que se encuentran en un proceso de construcción de su personalidad. El estudio de la trata de personas, especialmente de mujeres, niños y niñas, encuentra en las teorías de género y feministas un abanico de posibilidades hemenéuticas y un sinnúmero de caminos de reconstrucción identitaria, práxica, política y ética, de nuestra manera de construirnos como hombres o como mujeres con diversas opciones sexuales y con distintas posiciones ideológicas y sociales. La trata de mujeres, niños y niñas para la explotación sexual, en todas sus modalidades: pornografía infantil, abuso sexual, secuestro, violación tumultuaria, privación de la libertad, extorsión, explotación de la prostitución, entre otras, encontraron en el Primer Congreso múltiples interpretaciones y múltiples posiciones, algunas que se reconocen como antiguas divergencias y otras que se asumen como nuevas interrogantes para la construcción de relaciones más igualitarias entre los géneros. A particular juicio, el saldo del Primer Congreso arrojó luces sobre discusiones estériles que inmovilizaron la reflexión, pero que invitaron y abrieron nuevos caminos y nuevas aristas de búsqueda. Y al mismo tiempo, colocaron los reflectores en las nuevas interrogantes que produce ir andando sobre caminos no recorridos, tropezando con piedras y situaciones que aparentemente son iguales, pero que se presentan en personas y colectivos con experiencias de vida diferentes, generaciones y situaciones diversas. Tales fueron las débiles luces que se vislumbraron hace dos años en Buenos Aires. La experiencia de movilidad humana en el mundo reconoce que las personas y los colectivos se trasladan esperando mejorar sus condiciones de vida y que esto lo hacen porque no sólo vivimos en sociedades determinadas
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