13 por nuestras relaciones de dominación entre los géneros, sino también por relaciones estructurales y dinámicas de explotación de la mano de obra, de la extracción de recursos naturales, de la desigualdad social e inequidad en la distribución del ingreso en el ámbito La movilidad humana pone las expectativas de las personas sobre nuevos horizontes de vida que tratan de cambiar sus realidades de pobreza y exclusión, especialmente en países que han sido azotados por la dinámica tecnológica, neoliberal y especulativa de mitad de siglo. Estos son nuestros países latinoamericanos que han visto cómo sus Estados nacionales han sido carcomidos por la lógica de un mercado avasallador, consumista, depredador e irracional, que aumenta la brecha entre los detentadores del poder y del dinero, y el mundo de los excluidos, marginados y explotados en sus múltiples formas. En esta lógica de acumulación de capitales en pocas manos, también se mueve el crimen organizado. La obtención de ganancias a cualquier costo le hace corromper autoridades, dominar sociedades locales, regionales, traslocales y hasta nacionales en un sistema de coacción paralelo al monopolio de la violencia que había sido otorgado al Estado, para regular nuestras relaciones, según las teorías políticas clásicas. Entre tanto, el crimen organizado aprovecha la movilidad humana, se sirve de ella, la trastoca hacia sus propios fines de explotación, violencia y reproducción del capital, y sobre toda expectativa de vida que los migrantes puedan tener. Los vínculos entre el origen, traslado y destino dejaron de ser una línea que divide una frontera entre la posibilidad de contar con un empleo digno y una situación de explotación. Se han convertido en el débil suspiro de una moneda echada a la suerte, que alienta la expansión de la avaricia, devalúa la dignidad humana y fomenta el descrédito de cualquier tipo de solidaridad y empatía entre los seres humanos, como pudimos observarlo en la matanza de los 72 migrantes centro y sudamericanos en San Fernando, Tamaulipas en agosto de 2010, o en los testimonios de miles de migrantes centroamericanos secuestrados por bandas de narcotraficantes en todo el territorio mexicano. Innumerables cosas nos tiene que decir el fenómeno migratorio como problema de estudio respecto de la trata y el tráfico de personas con fines de explotación laboral, sexual o de servidumbre, toda vez que son fenómenos que se originan en situaciones de pobreza, exclusión y discriminación en nuestros países para ser trasladadas a través de la clasificación de sus cuerpos, razas, preferencias sexuales, edad, lengua e, incluso, sus habilidades físicas, a otros países y con otras personas, en situaciones que consumen sus vidas. Sin embargo, el fenómeno de la movilidad humana en un mundo globalizado, neoliberal y patriarcal, no puede entenderse sin reconocer que nuestras sociedades latinoamericanas no sólo son presas y víctimas de este sistema de mercado que marca nuestras relaciones sociales y de dominación, sino que además somos responsables de su reproducción. Sociedades que hemos aprendido a vivir subyugadas, otorgando a políticos e instituciones estatales el monopolio de la acción, de las soluciones paternalistas y protectoras, y de la verdad de sus diagnósticos y directrices (aunque en el fondo nadie crea en esto). Vivimos al ritmo de ellas, pero no les marcamos el paso. Pequeños visos de democracia se asoman en el continente a través de la participación e indignación ciudadana, cada día más exigente e interesada en sus derechos, otorgando al Estado el lugar que le corresponde en el pacto social, su justa dimensión: el papel de servidores públicos y responsables del bien común. El ejercicio de derechos es la condición preexistente de la noción de derechos humanos como una ética y una búsqueda de nuevos interrogantes morales. Para ello se requiere de sujetos exigentes, protestantes (no en el sentido religioso, sino en el sentido literal), vindicativos y reinvindicativos de su autonomía, de sus identidades, sus orígenes y su voluntad. Por su parte, la perspectiva de derechos no tolera las formas de autojustificación de los diversos modos de explotación, como hacen los pederastas para mantener sojuzgados a los niños, o los caciques para mantener sojuzgados a los trabajadores agrícolas temporales, por citar algunos ejemplos, y así tratar de normalizar la explotación con formas suaves, discursos elaborados y teorías rebuscadas. La explotación es la explotación, tiene sus múltiples causas, consecuencias, situaciones y márgenes. Pero, es la citada perspectiva de derechos la que puede abrir nuevos horizontes para las personas y sociedades. Nuevas interrogantes y búsquedas frente a actuales desafíos como la ciudadanía trasnacional y la preservación étnica y comunitaria, la igualdad de género y el respeto por la libertad y autonomía multicultural de las mujeres, la aplicación de la justicia y el acceso a ella en situaciones de evidente explotación. Entonces, la perspectiva de derechos humanos no sólo permite el paso a la complejidad, sino involucra la acción y construcción de los sujetos, individuales o colectivos, que en el libre ejercicio de sus derechos experimentan, viven, sufren o gozan de situaciones y retos vitales vigentes, ya sea por sí mismos o diversas mediaciones, sin interpretaciones ni clasificaciones, construyendo para sí o para otros y otras, que se encuentran frente a situaciones de injusticia, la posibilidad de generar nuevas búsquedas y esenciales entornos. ¿Y qué es la investigación si no una búsqueda? El ejercicio del Primer Congreso, y ahora de este Segundo Congreso Latinoamericano sobre Trata y Tráfico de Personas, congregó a actores civiles y sociales, instituciones gubernamentales y académicas, personas frente a situaciones de trata y tráfico o que han estado cerca de ellas y sus problemáticas, con el fin de compartir sus hallazgos, experiencias e investigaciones desde diversos tópicos. La búsqueda y construcción de conocimiento colectivo desde tres miradas: género, migración y derechos humanos, pretende avanzar en dar respuesta a situaciones y problemas planteados actualmente en nuestros países latinoamericanos
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