82 primavera - Verano 2011 Tal vez el título sea un lugar común. Lo terrible es la vigencia que tiene. La humanidad lleva muchos siglos caminando en el planeta y siempre hay un hermano débil y otro que se aprovecha de él. La literatura, que dice lo que imaginamos todos y lo que ni nos animamos a pensar, recoge ese lugar común “una y otra vez, una y otra vez”, parafraseando a Rulfo. Y en textos de Rulfo quiero centrarme. Creo que en la síntesis narrativa que hace de la vida mexicana (y universal) está reunido todo el pesar y el dolor del universo, aunque haya “alumnos Ibero” que opinen que “para qué leer a Rulfo, que es una literatura de nacos”. Me avergüenzo de ellos y me mueven a la compasión más honda. Y pienso: “pobres tontos ignorantes, ni saben lo que se pierden”. Lástima que perdamos el tiempo en formarlos todavía y, seguramente, sacarán un título que colgarán en la oficina de “Papi”. Sí, pobres chicos, tan descerebrados y sin pizca de discernimiento. Además de Rulfo, me interesan los Caínes y Abeles que pululan en los textos de Piglia, Bolaño y Vargas Llosa. ¿Y quiénes son éstos? Otros, cuya literatura también es sobre y para nacos: todos nosotros que nos metemos en sus textos como nos sumergimos en los sueños o en las profundidades de las sábanas para hacer el amor o Norma Lucía Segovia Machado nos zambullimos en la ola alguna mañana calurosa. Con ese placer y ese ímpetu es que buceamos en sus textos. La trata de personas, el secuestro, la violencia verbal o física y todo cuanto se hace para destrozar al otro, son acciones de Caín que mata a Abel. Los textos del mexicano, el argentino, el chileno y el peruano expresan el “luto humano” (Revueltas) de la lucha del hombre contra el hombre (o niño o mujer). Y duele leerlos. Y de golpe botamos el libro lejos y dejamos que se nos serene el alma y se nos sequen los ojos para poder seguir leyendo. Pero no podemos abandonarlo. Y regresamos a seguir sufriendo. ¿Cuál es el imán que nos pega a ellos? ¿El estilo? ¿El contenido? ¿O el descubrimiento de nuestros dolores y pesares, espejeados en el texto, al ir asomándonos a los propios símbolos? ¿O es que nos hacemos solidarios con esa humanidad violada y escarnecida una y mil veces? Es un poco de todo. Y no es que nos guste sufrir. Es que nos deleitamos con esos mundos rulfianos, pliguianos, bolañescos o vargaslloseanos y nos identificamos. Ésta es la clave. La revelación profunda de lo que llevamos dentro, dicho con tanta galanura y cinismo: El cinismo siempre atrapa, seduce, compromete. en la literatura Fotografía: freepixels.com Doctora en Filología Romántica por la Universidad de Madrid, España. Doctora en Letras Modernas por la uia Ciudad de México. Es docente en la uia Puebla desde 1989 donde también ha ocupado puestos de coordinación en licenciatura y posgrado. Ha publicado diversos artículos en revistas y periódicos de la localidad.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3