Rúbricas XVIII Encuentro del grupo de bibliotecas de ausjal 20 21 Rúbricas XVIII La biblioteca de Universidades Jesuítas. Desafíos ante el cambio de época El mundo contemporáneo presenta desafíos notables a nuestras bibliotecas universitarias, tanto o más complejos que aquellos manifestados en los primeros colegios y universidades jesuitas, en el Renacimiento. Nuestros ecosistemas de información hoy no sólo enfrentan una revolución informática y comunicativa de escala global, sino que han afrontado en los últimos años, los retos del trabajo en línea, a distancia y en modalidades híbridas. Estas recientes transformaciones fueron impulsadas en respuesta a la contingencia pandémica por la covid-19, y a nuestro regreso a la actividad presencial, después de sus meses más álgidos. Quiero reconocer los esfuerzos de esta Red de colaboración bibliotecaria para superar las dificultades que nos presentaron estos desafíos, aunados al trabajo remoto, y la reconfiguración de los servicios de información a su cargo. Su cooperación hoy se refleja en resultados como la compra consorciada de bases de datos y libros digitales, que permiten a nuestras universidades contar con un acervo que enriquece el universo de perspectivas y posibilidades para nuestros estudiantes y académicos. No es un logro menor. Implica un diálogo complejo en el que se ponen en común una diversidad de contextos locales e institucionales, con necesidades muy distintas, e incluso con experiencias y recursos diferenciados. Sin embargo, gracias a este ánimo por articularse han logrado posicionarse como un grupo importante que trabaja en red, que optimiza el uso de los recursos y potencia las oportunidades. y capacidad de diálogo para reconocer y situarnos en las necesidades de las comunidades académicas y el contexto al que servimos, así como colaborar cercanamente con las distintas facultades, equipos docentes y con el estudiantado. Las nuevas tecnologías han revolucionado el modo de educarnos, informarnos y comunicarnos. Esto ha impactado de forma evidente la generación de nuevas herramientas y plataformas bibliográficas. No podemos dar por hecho que docentes y estudiantes tienen un dominio sobre ellas. En este sentido, nuestra labor tiene que ir complementada de los programas de alfabetización digital y formación continua que sean pertinentes para cada comunidad educativa. Esta formación digital no será exclusiva de nuestros campus universitarios, sino que, como grupo y asociación de universidades en la región latinoamericana, nos corresponde movilizar e impulsar acciones que reduzcan la brecha digital en el acceso a los recursos tecnológicos, a la información, y a la educación misma. Tampoco podemos pensar que contar con todas las herramientas y recursos equivale automáticamente a maneras más innovadoras de utilizar y generar conocimiento. Lo anterior conlleva un trabajo situado en su realidad, crítico, creativo, reflexivo, dialógico e interdisciplinar, que además sea capaz de cuestionar lo establecido y de proponer nuevas perspectivas y miradas de la realidad. Además, gracias a la compra en conjunto y la distribución solidaria de los costos al interior del consorcio, se ha hecho posible que universidades pequeñas y menos robustas económicamente puedan tener acceso a los mismos recursos que aquellas más grandes. Esto rompe una significativa brecha educativa, en el derecho a la educación y el acceso a la información para producir conocimiento. Además del trabajo realizado para consolidar este consorcio, hago alusión a algunos desafíos que percibo para profundizar en la labor de este grupo. La información disponible en el planeta crece de manera considerable cada segundo. Nos encontramos ante una saturación informativa que, en muchas ocasiones, es difícil de discriminar y discernir. Como también afirma el maestro Luis Inclán, el riesgo de vivir desinformados en medio de tanta información es real, y sus consecuencias pueden ser catastróficas para nuestras sociedades y hasta para la humanidad entera. Tenemos en nuestras manos la responsabilidad, así como el compromiso, de que cada individuo asuma su responsabilidad sobre la información que consume, y también sobre la que genera y difunde. De ahí la urgencia de actuar en este sentido.2 Habrá que escuchar también cuáles están siendo los principales intereses científicos, tecnológicos y humanísticos de nuestras comunidades universitarias. Lo anterior, implica una rica sensibilidad 2 Véase “Ignacio, la Compañía y los libros” en el número 63 de la revista IBERO Queremos incidir en las reflexiones de nuestros estudiantes y docentes, en su manera de ver el mundo, en su trabajo de investigación y sus proyectos. Por supuesto que esto deberá acompañarse de las herramientas y los insumos necesarios para generar aportaciones que sean de excelencia, apegadas a altos estándares de calidad. Queremos también visibilizar estos esfuerzos. Nuestro trabajo no puede concluir en la producción académica o de proyectos, sino que tiene que romper las fronteras de nuestras universidades para ponerse al servicio de las comunidades en las que están insertas. Para cerrar, quisiera enfatizar que los servicios de información que realizan, y el de los equipos a su cargo, hoy hacen posible que nuestras bibliotecas se cuenten entre las mejores de América Latina. El impacto de su labor cotidiana es tan trascendente que se convierte en un llamado no sólo para tener más y mejores libros y espacios, sino para orientar y acompañar a docentes y estudiantes en búsquedas que den mayor sentido a su actividad académica, de acuerdo con la misión transformadora de nuestras instituciones. Las y los invito a que, desde ahí, continúen nutriendo su esfuerzo y entusiasmo. Estoy convencido de que el trabajo de este grupo es de gran relevancia para ausjal y las universidades que la integran. Muchas gracias y enhorabuena.
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