Rúbricas XVIII La Educación y la Biblioteca... 26 27 Rúbricas XVIII La biblioteca de Universidades Jesuítas. Desafíos ante el cambio de época Con lo anterior expuesto como marco referente, aquello que sucede en la educación en nuestro país, no es diferente; el sistema educativo nacional promueve esa concepción universalista que impulsa formas de ser y de vivir, que permiten ser funcionales en la sociedad contemporánea. La construcción de un solo mundo, que excluye a los otros existentes y posibles. Desde la educación, los saberes promovidos son muestra de esa universalidad “superior y homogeneizante”, característica de la colonialidad; ante esto, la recuperación de saberes, posible a partir de la comunalidad, contextual y horizontal, representa un acto de resistencia, enmarcado en la insurgencia cosmopolita, aquélla que impulsa la construcción de un mundo en el que quepan todos los mundos. En asociación con la contingencia sanitaria en la que nos encontramos, se habla y escribe sobre la emergencia económica que ya vivimos, así como de la que vendrá agravada; sin embargo, de la crisis educativa que ya está presente y de la que viene, no se habla ni escribe, a menos que sea de manera marginal; mal hacemos en ignorarla, pues la de por sí maltrecha educación nacional dará un paso atrás. La recuperación de saberes, desde la contextualidad, por una parte, nos permite visualizar los conocimientos propios y con ello la diversidad de identidades que nos conforman como sociedad y, por otra, se potencia una educación pertinente, como respuesta alternativa a los rezagos escolar y de aprendizaje, consecuencias de la pandemia. El apreciar e incorporar estos saberes, de manera formal e informal, representa un acto insurgente, en palabras de Boauventura de Sousa, quien concibe como posible la ruptura del colonialismo, uno de los tres componentes contemporáneos de la dominación (De Sousa, 2021) Si bien, la necesidad de resquebrajar el colonialismo interno y externo es añeja, hoy debemos agradecer a la pandemia el haberlo vuelto a la mesa de discusión; tal como un glaciar, con sus deshielos, expone lo que se consideraba perdido. En un contexto nacional, propenso a la división y al desencuentro paralizante, exploremos las posibilidades que brinda el trabajo en redes para el desarrollo educativo de las comunidades y, desde luego, su forma de trabajar, gracias a la existencia de puentes que unen. Con esto debo explicitar que por decolonialidad entiendo una propuesta surgida del corazón de nuestra Latinoaméricana, orientada por el espíritu de libertad y ocupada en romper la estructura vigente de poder, que se manifiesta en los diversos rostros de la violencia. Desde esta concepción, la educación emerge como acción política, de impacto transversal, en la vida social. - Del derecho a la educación, al derecho al conocimiento Aun en tiempos complicados como los actuales, enmarcados por la pandemia covid-19, es posible obtener aprendizajes y oportunidades de transformación; entre los aprendizajes podría identificar que la presencialidad en los procesos educativos no es directamente proporcional a la proximidad física entre estudiantes y profesores, sino que se finca en la conexión que se logra entre ellos, como personas que participan de una misma experiencia, incluso cuando tienen roles distintos. Esto deriva en la oportunidad de repensar las formas de concebir la educación, los espacios áulicos, así como la formación inicial y la práctica docente de los profesores. Una consecuencia de esta contingencia, la cual resulta relevante puntualizar, es la revalorización social de la escuela como institución especializada en la formación de personas humanas. La consecuencia natural de lo anterior es la revalorización del profesor como agente cultural; ha quedado en evidencia la importancia que tiene la escuela como espacio formativo natural, y los profesores, como esencia viva, en el cumplimiento de la función social de ella. Me parece un momento que podría ser de quiebre, para pensar en una educación con Todos, una educación que empodere a cada persona, como sujeto que conoce, para autoconstruirse como Ser humano, de acuerdo con sus propias realidades. Tal vez, hoy resulta una aspiración idealista, pero quién sabe, igual y este virus resulta ser un catalizador que acelere su búsqueda. Un componente fundamental para avanzar en esta utopía será impulsar la transición virtuosa que nos conduciría desde lo que, en la actualidad, se defiende como derecho a la educación, hacia el necesario derecho al conocimiento; no basta la escolarización de la sociedad, es decir, el acceso a la educación por sí solo no garantiza el nutriente requerido por cada persona para su propio desarrollo, se necesita del conocimiento como argumento de transformación de sus realidades y de ella misma. Debo mencionar al sociólogo latinoamericano (aunque nacido en Italia) Emilio Tenti Fanfani, para quienes requirieran profundizar en el enfoque, especialmente en su libro La escuela bajo sospecha. Es preciso continuar con la reflexión orientada hacia la acción, sin embargo, desde ahora, se anuncia la necesidad de un cambio de paradigma, no solamente en la concepción y formas de la educación, sino en lo imprescindible de un cambio profundo, de acuerdo con De Sousa Santos: Para que se produzca el cambio, no bastan ópticas diferentes e inaugurales. Es necesario empezar a cortar las tres pesadas anclas que nos sujetan a la concepción moderna de la naturaleza: la fuerza de trabajo y la vida misma como mercancía, el racismo y el sexismo. Así se inaugurará una larga transición paradigmática. Será larga, pero me parece irreversible (2021: 7). - Propuesta Ignaciana En medio de un mundo caracterizado por la incertidumbre, el Ser humano, como destino ineludible, experimenta la necesidad de educarse: “La naturaleza sola no le sirve al ser humano para ser precisamente hombre; siempre queda perplejo, irreso-
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