Rúbricas XVIII Bibliotecas y educación superior en América Latina... 46 47 Rúbricas XVIII La biblioteca de Universidades Jesuítas. Desafíos ante el cambio de época - Identidad y diversidad en diálogo La biblioteca es una vivencia de confianza, construida a través de marcos de referencia seguros, ordenados, claros y tranquilos, hechos con la calidad que sólo el tiempo da; acervos finamente curados, abundantes y actualizados, diversos y valientes; experiencias de asesoría calificada y oportuna, enfocada a la construcción de la autonomía, pero, al mismo tiempo, cálida, cercana y personalizada. Sin embargo, no es la lectura de los materiales coleccionados por las bibliotecas, aquello que permite esta inspiración. Identidad y diversidad, en este caso, se vuelve una clave importante de nuestro trabajo, desde la forma en que se enarbola un proyecto lector, sin pensar que la mera lectura de materiales es suficiente para producir un mejor ser humano. En el mismo sentido, los libros o las distintas ideas no nos mejoran y aquellos que leen no son mejores personas que los que no leen. La lectura no da sabiduría, sólo otorga conocimientos, y éstos serán utilizados o no, según la voluntad, la sensibilidad, la inteligencia o la propia moral de quien lee. En palabras de Juan Domingo Argüelles: El libro, por sí mismo como objeto, transforma y mejora a todo el mundo, es una de las grandes utopías culturales que, como toda utopía, también está teñida de algo de ceguera y de mucha obstinada ingenuidad. [...] El libro y la lectura no tienen por sí mismos el poder de salvar a nadie de la barbarie, la perversidad y la infamia. Cabe mencionar, en palabras del autor Amin Maalouf (2016), una reflexión acerca de la complejidad que representa este término, el de la identidad y su relación con la diversidad, cuando se configura a partir de un espacio lleno de contradicciones y del papel que juegan los sujetos que se configuran en estas múltiples identidades al explorar la identidad de aquellos que, en defensa de esta identidad, pueden llegar a la violencia: Mi vida de escritor me ha enseñado a desconfiar de las palabras, las que parecen más claras suelen ser las más traicioneras, uno de esos falsos amigos es precisamente, identidad. Todos nos creemos que sabemos lo que significa esta palabra y seguimos fiándonos de ella incluso cuando insidiosamente empieza a significar lo contrario. […] La identidad de una persona está constituida por infinidad de elementos que evidentemente no se limitan a los que aparecen en los registros oficiales, la gran mayoría de la gente desde luego pertenece a una gran tradición religiosa, a una nación y en ocasiones a dos, a un grupo étnico o lingüístico, a una familia más o menos extensa, a una profesión, a una institución, a un determinado ámbito social y la lista no acaba ahí, sino que prácticamente podría no tener fin (17-18). En este sentido, los buenos “depósitos” bibliotecarios (valga el calificativo) están llenos de contradicciones, tantas como pudiese tener la memoria. En sus documentos se guardan ideas contestatarias, refutaciones, ideas complacientes o, bien, rutas diversas de ideas múltiples, particularmente en las universidades que se proponen no excluir materiales de sus colecciones, que apuestan a la diversidad de éstos. Las ideas, muchas veces son excluyentes, entre ellas, ordenadas en colecciones, en rutas aparentemente lineales y temáticas; para los ojos de un estudiante universitario son casi de carácter caótico (tanto como las que ofrece una página de resultados de cualquier buscador), pero que, ante el ejercicio de la lectura, se configuran como rutas que ofrecen al lector experiencias no lineales que tienden a desordenar su mundo. Es justa esta condición en las bibliotecas que se interesan por la diversidad, mediadas por la hospitalidad, las que abren la posibilidad de un cruce interesante que es, hasta cierto punto, una condición necesaria para el aprendizaje: desaprender lo aprendido desde la posibilidad de conversar. La biblioteca brinda ocasiones para dialogar con el diferente y con lo desconocido, para el encuentro, y de intercambio entre lo que es distinto, para pensar lo múltiple, para acoger lo diverso y así preservarlo. En la biblioteca se reconoce y honra la diversidad, incorporando ideas disímiles. La biblioteca promueve el vínculo con lo igual y con lo diferente, y permite generar continuidades en donde usualmente se ven cotos estancos entre perspectivas o disciplinas. La biblioteca, y más la universitaria, quiere abrir horizontes, proyectando posibilidades nuevas, impensadas, desconocidas, presentes y futuras. No es la lectura un camino propio, excluyente de los otros, lo que permite a un estudiante universitario encontrar una ruta aislada para complementar su vivencia y aprendizaje, requiere del apoyo de múltiples personas interesadas en ayudar a tender puentes. Desde la biblioteca, el trabajo de establecer puentes entre personas y elementos informativos viene, acorde con el modelo de Kuhlthau (1991), enmarcado por la falta de certeza causada por la brecha entre el proceso natural de uso de la información y el sistema de información; de ahí que una de las grandes tareas de las bibliotecas académicas y universitarias sea terciar entre procesos en medio de un ecosistema cargado de incertidumbre, en donde ésta, por sí misma, no es un elemento necesariamente negativo, sin que dispare una serie de procesos afectivos que permiten a una persona buscar información, independientemente del resultado.
RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3