Rúbricas XIX El modelo educativo de las universidades jesuitas en México... 44 45 Rúbricas XIX Modelo de educación integral en el actual contexto - Proyectar la formación humanista integral en todas las dimensiones de la estructura curricular Existen muchas fuentes para comprender el profundo significado del planteamiento humanista integral; para los propósitos de esta reflexión, retomo el esquema de las tres grandes dimensiones de la estructura curricular que hemos trabajado en estos últimos veinte años. La formación profesional: hoy, como nunca, debe tener una plataforma ética-científica que reconozca, en los saberes disciplinares articulados, el acceso a la solución de los problemas concretos que corresponden a cada profesión; el primer frente del desempeño ético de alguien que egresa de una universidad humanista es que sabe lo que tiene que hacer para resolver; el segundo, implica que comprende quién o qué dinámica se beneficia con su actuar profesional; el tercero, es que elige los caminos que llevan a la justicia o, al menos, no generan injusticia. Este planteamiento supone un profesorado crítico exigente que estimule en sus estudiantes la consciencia de la responsabilidad de tener en sus manos la resolución de problemas reales, lo que, además, le significará una retribución. Dicho de otro modo, conocer y asumir los bienes internos de su profesión y aceptar los bienes externos, en consecuencia. La formación integral universitaria: en esta dimensión hay mucho por revisar, comenzando por la antropología filosófica que, en la actualidad, se encuentra atravesada por la lucha de los derechos de las mujeres, los avances en las ciencias biológicas que replantean los conceptos de ser humano-persona y explican la diversidad que da lugar a las múltiples expresiones humanas que deben ser celebradas en todo su valor: la importancia de la salud y el bienestar mental y las estrategias de afrontamiento del dolor existencial; el autocuidado corporal y la no estigmatización de los cuerpos; las habilidades socioemocionales y su importancia en todas las actividades humanas; la espiritualidad para una época poscristiana, para la reconciliación y la paz. Todas las dimensiones y los dinamismos humanos tienen aristas que hoy dan lugar a posibles y necesarias resignificaciones. La formación social: ha sido una dimensión importante para la identidad de servicio, propia de quienes han estudiado en universidades jesuitas; sin embargo, los problemas actuales muestran que es necesario un eje de colectividad que incida socialmente y supere la respuesta individual. Las nuevas generaciones perdieron la posibilidad de mirar el futuro con la seguridad social que prometieron los Estados, ya no tienen el imperativo de otras generaciones para hacerse de una pensión y no necesitar a alguien al final de la vida, han descubierto que en comunidad se hacen familias elegidas, están hablando de sororidad, tribus, casas colectivas. En ese contexto, la formación social habrá de encontrar mejores cauces para desarrollar competencias ciudadanas, porque los problemas de supervivencia, con el cambio climático, ya no son algunos de pobres y otros de ricos; la pandemia lo dejó claro, vamos en el mismo barco, los problemas de violencia, injusticia, guerra, nos afectan colectivamente. Quizá ahora sea posible ir más allá del granito de arena individualista para abrazar causas comunes e interseccionales, lograr mayor densidad en el análisis social intelectual a partir de la lectura de la historia y la geopolítica. Foto: Camila Abascal López
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