Rúbricas 19

Rúbricas XIX La formación integral desde el Instituto... 86 87 Rúbricas XIX Modelo de educación integral en el actual contexto En este sentido, la formación integral, para lograr su objetivo de potenciar las capacidades de agencia de los estudiantes, deberá implementarse de forma holística y mediante el esfuerzo de las diversas áreas o departamentos que componen la Universidad y que, de una u otra manera, tienen contacto con el estudiantado, de tal suerte, que la suma de acciones de cada espacio consolida ese proceso continuo, participativo y personalizado de acompañamiento a los alumnos. De otra forma, acciones aisladas tendrán impactos en la formación del estudiantado, pero difícilmente lograrán el enriquecimiento de su proceso personal de forma continua y entrelazando los elementos de las experiencias significativas o de vivencia con los aprendizajes académicos-curriculares, desde una mirada e identidad Ignaciana comprometida con el mundo; lo que planteamos como una de las finalidades de la Formación Integral Jesuita. A partir de esta concepción colectiva, el presente artículo pretende profundizar en cómo, desde el trabajo que se realiza en el Instituto de Derechos Humanos Ignacio Ellacuría, SJ (en adelante idhie) de la IBERO Puebla, se ha contribuido a ese proceso continuo de formación integral. Y el primer punto de partida es reconocer que desde el quehacer del idhie puede entenderse la formación integral desde dos amplias dimensiones: la primera es aquella que su campo de acción se dirige específicamente al acompañamiento del estudiantado, y la segunda, es la que su accionar va dirigido hacia el acompañamiento de las personas o colectividades a quienes se les violentan sus derechos humanos. Sin embargo, ambas dimensiones interactúan y se complementan entre sí, dando un mayor sentido a los procesos de acompañamiento para la formación integral. Así, no puede desconocerse el papel que las universidades confiadas a la Compañía de Jesús deben tomar frente al contexto histórico, social y político del espacio geográfico y temporal en que se hallan inmersas, mismo que se encuentra marcado por la desigualdad, la pobreza y la violencia, tal y como lo prescribía Ignacio Ellacuría, SJ (1976), por quien el Instituto de Derechos Humanos lleva su nombre: La razón de la Universidad por su propia estructura ética y por su carácter histórico-político, así como por el origen último de sus recursos, no puede ser otra que la de responder universitariamente a las necesidades que en cada época le presenta el país al que ha de responder (p. 6). Y en este mismo sentido, es que, en el año 2010, en la IBERO Puebla se fundó el Instituto de Derechos Humanos, a fin de fortalecer la pertinencia social de la Universidad. En palabras de Galilea Cariño, exdirectora del idhie y una de sus fundadoras (Nucamendi, Marcos, 2020), el Instituto se creó: […] en medio de un contexto político adverso, caracterizado por la exclusión e invisibilización de las víctimas. Los casos de violencia de género, trata de personas o los homicidios dolosos en contra de mujeres, todas estas graves violaciones a los derechos humanos, eran vistos como casos aislados y no como resultado de una violencia más bien estructural y sistemática. Era el final del gobierno de Mario Marín, quien había consolidado un esquema centralizado y autoritario del ejercicio del poder, sin contrapesos institucionales. Así, durante los 14 años de vida, el idhie ha dirigido su accionar de difusión, investigación y formación, por un lado, para incidir en el estudiantado, mediante procesos de formación crítica en relación con la realidad en la que nos encontramos y tendientes a acompañar su capacidad de agencia frente a esta y, por el otro, para incidir en la sociedad civil, el sector público y las víctimas; en este último caso, mediante procesos de acompañamiento para el fortalecimiento de las capacidades de las colectividades que han visto vulnerados sus derechos humanos. En esta tesitura, a modo de ejemplificación, durante el periodo de 2020 a mayo de 2024, en el idhie se formaron 88 estudiantes de servicio social, de experiencia formativa, voluntariado y/o prácticas profesionales. En el año 2020, participaron 19 estudiantes (13 de servicio social, tres de experiencia formativa, dos de servicio voluntario y uno de prácticas profesionales). En 2021 se presentaron 17 estudiantes de servicio social; en 2022, un total de 27 estudiantes (14 de servicio social, siete de experiencia formativa y seis de servicio voluntario). En el año 2023, hubo un total de 18 estudiantes de servicio social; y en el periodo de primavera 2024 participaron siete estudiantes de servicio social.

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