Rúbricas 2

106 Otoño - Invierno 2011 ¿Qué defendemos quienes nos oponemos a la ciudad rural en San Miguel y en cualquier otro lado? . Defendemos la posibilidad de un país en donde los campesinos y las campesinas en sus inabarcables y plurales modos de vida tengan lugar con posibilidades de vida digna y buena . Defendemos un país que privilegie a sus productores campesinos en una estrategia clara de seguridad y soberanía alimentaria a nivel local, regional y nacional . Defendemos un país en donde la vida campesina, incluyendo su expresión en el trabajo artesanal sea reivindicación de modos sustentables de relación con la naturaleza . Defendemos un país donde la vida campesina (y alfarera) no sea castigo, mala suerte o destino triste; un país sin pobreza, en donde los campesinos no sean orillados y expulsados de sus comunidades por el hambre, la miseria y la falta de oportunidades . Defendemos un país que reconoce la diversidad de culturas locales, que las estimula e impulsa como formas de vida buena. Consideramos que desde esta representación imaginaria del país –en la que los campesinos y campesinas tienen un lugar no sólo como ciudadanos, sino ante todo como mexicanos que contribuyen activamente para alcanzar una sociedad justa, democrática y sustentable– es posible definir políticas públicas que den lugar a programas de gobierno en los niveles local, regional y nacional, así como a la participación de la sociedad civil organizada, para luchar por modos de vida buenos como sociedad, que los incluya. Porque más allá de ser un asunto de justicia, la participación de los campesinos en las vida social (económica, política, cultural) es necesaria e indispensable en la construcción del futuro de la humanidad. Estamos ante un cambio de época, en las puertas de una crisis civilizatoria y, como sostiene atinadamente Víctor Manuel Toledo, hoy el futuro de la humanidad no se juega en las luchas entre izquierdas y derechas, entre pobres y ricos, entre buenos y malos, sino entre aquellos que reconocen que es urgente cambiar las relaciones que como humanidad sostenemos con la naturaleza, y aquellos que no lo ven, que quieren seguir impulsando la imagen actual del desarrollo como modo de vida buena. Y en ese cambio de época, en esta crisis, la matriz civilizatoria campesina fundacional de humanidad es, en sus modos múltiples de relación con la naturaleza y de relaciones de comunalidad, una matriz necesaria para sostener las posibilidades de vida en el planeta. Sostenemos que son posibles otros modos de resolver los problemas del rezago social y de la pobreza; otros modos que no son negación y olvido de lo campesino. Y estamos convencidos de que en el establecimiento de estos otros modos está la exigencia que los campesinos y campesinas, los y las indígenas, nos están haciendo a toda la sociedad de reconocerlos como sujetos sociales con capacidad de decir, de actuar, de contar, de prometer y comprometerse, a partir de sus propios proyectos personales y colectivos de vida buena. Esta exigencia está cobrando forma en los procesos de resistencia social que en el país impulsan de muchos modos y en diferentes niveles, los campesinos y los indígenas. Nosotros queremos ser parte de esa resistencia, abonar en los intentos de prefigurar otros modos de vida que no supongan la negación social de su condición de sujetos, y luchar juntos por un país en que quepamos todos y todas. Zautla, Puebla, mayo de 2011 Fotografía: Morguefile.com

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3