108 Otoño - Invierno 2011 los cuales demuestran que la fiesta de la palabra y la memoria que tuvo lugar en la Alhóndiga a lo largo de 16 años, gracias a la energía ancestral del Huapango Arribeño y de la poesía decimal trovada e improvisada, en realidad fue cancelada por razones de índole política y como un acto de censura en el que no sólo intervino el director del Instituto Estatal de la Cultura, sino funcionarios del primer círculo del gobernador Juan Manuel Oliva. Y por sus dichos, observamos que a ese atentado contra la libertad de expresión ahora también se ha sumado la directora del fic, Lidia Camacho. Las personas que para bien o para mal, en los 30 años que llevo ejerciendo mi destino huapanguero, se han interesado en nuestro trabajo tendrán su propia y muy respetable opinión sobre lo que hacemos, pero en lo que a mi respecta y ateniéndome a los hechos, nunca he sido un trovador o un juglar cortesano y palaciego, y para mantener nuestro diálogo con la gente que nos aprecia tampoco hemos dependido de los espacios institucionales ni de los funcionarios de la cultura. Porque con todo y que desde hace muchos años se han diversificado los foros y espacios, nuestro oficio artístico sigue permanentemente vinculado a las topadas, a las fiestas de toda índole, y siempre hemos afirmado que no son los viajes al extranjero ni los grandes festivales lo que nos da razón de ser como artistas, sino nuestro desempeño ordinario y cotidiano en el universo natural de la tradición. Tampoco nos ha gustado hablar de más, y aun sabiendo –porque no somos ingenuos– cuál fue la causa real por la que se terminaron para nosotros las invitaciones para tocar en la Alhóndiga, habíamos decidido no hacer ningún pronunciamiento al respecto, pero ante las mentiras que recientemente se han divulgado es necesario que la opinión pública conozca la verdad de las cosas. En público y en privado hemos valorado y reconocido que la participación en el fic, y en el espacio de la Alhóndiga en particular, se constituyó en una oportunidad privilegiada que nos permitió darle pabilo a la creatividad y poder tener invitados de primer nivel. Siempre fue muy estimulante el encuentro con ese público tan popular y tan exigente que cada año nos acompañaba. Desde 1992 (con excepción del año 2000) y hasta el 2008, realizamos 16 producciones especiales. Enuncio a continuación el nombre de las mismas: 1992: “Fiestas y quebrantos” 1993: “Devociones, amores, híbridos y agravios” 1994: “Lo que sea, que suene el Son” 1995: “La Sierra Gorda que canta” 1996: “Umbrales” 1997: “Son porque Son” 1998: “Tradición y destino” 1999: “Por los tiempos que vendrán” 2001: “Tierra donde nací” 2002: “Por las mujeres” 2003: “Soy página de Internet y memoria de mis viejos” 2004: “Con Cuba México y punto” 2005: “Dos tradiciones distintas y un solo son verdadero” 2006: “Latinoamérica es una” 2007: “Como México sí hay dos” 2008: “Del rock a la palabra y de la palabra al son”. Durante esos dieciséis años tuvimos como invitados a exponentes emblemáticos de la música tradicional mexicana como don Juan Reynoso, Los Camperos de Valles, Tata Gervasio, La Negra Graciana, Mono Blanco, Bola Suriana, también a guitarristas prodigiosos como Cleofás Villegas, Manuel Guarneros, Delfor Sombra, Joaquín Pantoja, Felipe Souza y Jorge García; también pisaron la Alhóndiga mujeres excepcionales como Hebe Rosell, Nina Galindo, Lily Tamayo, Alicia Flores, Lourdes Pérez. También fue posible que llegaran a ese espacio algunos de los más virtuosos payadores e improvisadores iberoamericanos como el cubano Alexis Díaz Pimienta, el uruguayo José Curbelo y los puertorriqueños Roberto Silva, Isidro Fernández y Casiano Betancourt junto con la orquesta Mapeyé. Y por supuesto, también en varios momentos estuvo presente la fuerza de hondas tradiciones serranas como la de las mojigangas del Valle del Maíz, las danzas concheras y chichimecas, o la voz, la palabra y el talento de nuestros más legendarios patriarcas de la música y la poesía campesina como don Francisco Berrones, don Antonio García o don Chebo Mendez. Igualmente, en las últimas ediciones diseñamos espectáculos donde nuestra tradición dialogó con la obra de artistas como Óscar Chávez, Guillermo Briseño o Jaime López. Han dicho los funcionarios mencionados que en los últimos tres años “no hemos respondido a la convocatoria”. No nos queda duda que mienten para ocultar el trasfondo de este asunto, pues durante los 16 años el mecanismo para participar en ese foro siempre fue el siguiente: en los primeros meses del año recibíamos un oficio invitándonos ex profeso a participar en la Alhóndiga, y entonces nosotros nos disponíamos a elaborar un proyecto que en el transcurso de las siguientes semanas íbamos consensando presupuestalmente con el Instituto Estatal de la Cultura, bajo la premisa compartida con ellos y con el fic de propiciar en cada nueva edición un espectáculo de calidad artística, y por nuestra parte siempre tratando de demostrar que: La música de la sierra no es cualesquier “musiquita”, es corazón que palpita, voz profunda de la tierra, es alarido de guerra y demostración de brío, es caricia, sol de estío, raíz –y a veces cartucho– que vive desde hace mucho en perenne desafío. Los respectivos funcionarios culturales de esos años, tanto del estado como de la federación, saben bien que nosotros nunca hicimos cabildeo alguno para que se nos incluyera en la programación. Nunca hemos tenido manager, ni jamás ha sido nuestro estilo ni nuestra práctica andar ofreciéndonos para que nos incluyan en ese u otros foros. Tenemos muy clara la naturaleza de la tradición que ejercemos así como los espacios naturales y comunitarios a los que nos debemos. Pero además, ¿no es un gesto de absoluta ignorancia insinuar que
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