115 Gracias a la creación y diseño de proyectos culturales (gubernamentales, privados, cívicos) y de grupos sociales organizados que responden a la necesidad de intervención y expropiación de los espacios públicos, se logra trascender los límites del museo y de los centros históricos para apropiarse de la ciudad como escenario que no excluye, que amplifica la diversidad y que, de uno u otro modo, alimenta la esencia del arte, esa capacidad de crear con una finalidad estética y comunicativa para expresar ideas y visiones de mundo. En la actualidad, la regeneración de los espacios públicos (independientemente de quién provoque y ejecute la regeneración) debería basarse en crear espacios inquietos, que estimulen al ciudadano y que fomenten en ellos su participación y apropiación. Sin embargo, la regeneración y reapropiación positiva en los espacios públicos no es gratuita, y deberá cumplir con, al menos, tres características: 1. El espacio deberá estar ligado al acto creador del artista o colectivo artístico (disciplinar o multidisciplinar) 2. Se debe entender y conocer la identidad del lugar 3. Hay que hacer partícipe a la población en donde se encuentra inserto. Deben reconocerse estos tres elementos ya que en las últimas décadas se ha hecho costumbre entre los gobiernos municipales y los mismos artistas las intervenciones en espacios públicos, sin ningún trabajo previo con la población, y sin importar si son necesarios o pertinentes, y sin medir las consecuencias. El debate gubernamental, muchas veces no se interesa por la calidad artística de la obra, sino por cuestiones más pragmáticas y superficiales como el precio, la durabilidad, la seguridad y especialmente su localización en el espacio urbano, preocupándose más por el contexto que el contenido. Y para muchos artistas estos proyectos sólo sirven para cumplir sus propios intereses o deseos, importándoles más el contenido que el contexto. Por consiguiente resulta urgente lograr un equilibrio, tomar decisiones más colaborativas, de modo que el uso del espacio corresponda a las necesidades y deseo de la mayor parte de la ciudadanía. Resulta inaplazable implicar a la población en el proceso de gestación y gestión de los proyectos culturales porque el proceso de democratización de la cultura no es tener múltiples espectadores, sino productores, creadores, artistas, gestores, etcétera. Lo ideal es que las intervenciones por medio de proyectos culturales que transforman o inciden en el espacio público busquen modificar la experiencia estética, comunicar una idea o emociones y crear o reforzar una identidad positiva en la comunidad. Deben ser un factor para el cambio social. El arte y la cultura actuarán como agentes de cambio siempre y cuando sus promotores y creadores tomen conciencia y responsabilidad sobre su papel. Se deben crear estrategias que piensen en el impacto social y establecer procesos de tomas de decisiones que aseguren la aceptación y, en la medida de lo posible, la participación activa de los usuarios o vecinos. Finalmente, para tener un acercamiento más real a lo que planteo, haré referencia a dos proyectos culturales de la ciudad de Puebla, no gubernamentales, los cuales se han gestado y desarrollado con la participación de la comunidad en donde se llevan a cabo y han logrado generar cohesión y apropiación del espacio público. Ciudad mural Ciudad mural es un proyecto cultural del “Colectivo Tomate”, grupo independiente de arquitectos, artistas y jóvenes creadores mexicanos que realizan proyectos utilizando las artes para dar soluciones creativas a problemáticas complejas. El proyecto Puebla: ciudad mural se ubica en el barrio de Xanenetla, donde a través del muralismo –como expresión del arte– se pretende provocar cambios sociales en el barrio El proyecto consta de una serie de 32 murales, realizados en fachadas de casas ubicadas en la calle 4 Norte, que es la calle principal y de mayor extensión, la cual recorre espacios importantes hasta llegar al atrio de la iglesia de Santa Inés. La población beneficiada del barrio es de aproximadamente 400 personas y hasta la segunda etapa del proyecto han participado activamente 30 familias, con un promedio de cinco integrantes por familia. La gestión se hizo de manera directa con la comunidad, inicialmente hubo escepticismo, pero luego la gente se apropió del proyecto y ningún mural está dañado, lo cual significa que los están cuidando. Para asumir el diseño de cada una de las fachadas se conformaron equipos integrados por diversos artistas y un residente del barrio –integrante de la familia responsable de la fachada–, además de un equipo de apoyo. Los objetivos principales del proyecto son: • Reactivar la economía de Xanenetla por medio de la promoción del lugar como un nuevo foco turístico de la ciudad • Promover la identidad de Xanenetla a través de murales representativos de su historia, gente, medio físico, fiestas y costumbres • Poner en valor el patrimonio cultural (edificado y social), para los habitantes del barrio mismo y el resto de la ciudad • Revitalizar la cohesión social entre los habitantes
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