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Tecnósfera
¿Para qué necesitamos la ciencia?
Por Nazario Martin León, catedrático de química de la Universidad Complutense de Madrid y Premio Jaime I
de Investigación Básica 2012. (Publicado en El País el 25 de diciembre de 2013)
Los logros científicos aportan bienestar, empleo y prestigio.
Ningún gobierno que se precie admitirá públicamente su falta de confianza en la ciencia y los
beneficios que de ella se pueden derivar. Sin embargo, es en los momentos de crisis cuando
aparecen las medidas exactas del valor de las cosas. En este sentido, en España hemos aprendido
mucho en los últimos años acuciados por la necesidad y hemos puesto, o habría que decir se nos
ha puesto, “cada cosa en su sitio” de las que realmente importan.
En un informe de finales del siglo pasado, preguntada la sociedad estadounidense por la persona
más influyente del pasado siglo XX respondió, mayoritariamente, no con el nombre de un político,
militar, religioso, deportista, empresario, actor o cantante… sino con el nombre de un científico,
Albert Einstein. Esta respuesta, aunque seguramente no se hubiese dado en nuestro país, no está
tan lejos de lo que pudiera esperarse ya que la ciudadanía española sí reconoce al científico como
una profesión esforzada que merece todo su respeto. En algunas de las encuestas realizadas, la
población española sitúa al científico justo detrás del médico entre las profesiones socialmente
más valoradas.
Que el ciudadano norteamericano, o el alemán o japonés, por poner otros ejemplos, tenga tan alta
estima por la ciencia puede entenderse simplemente considerando el bienestar que esa ciencia
produce en sus respectivos países e incluso los puestos de trabajo que generan y, en definitiva, la
riqueza que produce para el país, sin contar aspectos más sutiles tales como el prestigio
internacional que supone y su relación directa con el avance tecnológico del país. Nuestros
ciudadanos no han percibido en toda su extensión lo que la ciencia puede llegar a motivar a un
ciudadano con aspectos más palpables y materiales. ¿Es esto achacable a nuestros científicos?
Pues seguramente en parte, pero solo en parte.
Los científicos, como muchos otros colectivos fundamentalmente públicos (en España la mayor
parte de la investigación se hace en organismos públicos), están sujetos a decisiones que no
dependen de ellos y que, sin embargo, impactan directamente en su profesión y su proyección
futura.