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La cantidad y la cifra
En
Del inútil combate,
Juan Jorge Ayala retoma su relación odio/
amor con el mundo (ya presente en
Catálogo de criaturas licencio-
sas,
UAP
, 1998), pero ahora por medio de un alejamiento irónico que
deja una sensación de catástrofe en suspenso, como una eterna partida
de ajedrez; asumir el derrumbe es la única posibilidad de la escritura.
Nadie se salva en ese páramo del lenguaje que es la realidad. Ayala
reconstruye ruinas sólo para destruirlas de otra manera y, así, apenas,
vislumbrar la belleza. Frente a nosotros, sin que podamos hacer nada, el
mundo envejece cada día.
Aire corredor
(nunca entendí el porqué del título) es un libro colec-
tivo donde participan cuatro poetas. Por orden de aparición: Enrique de
Jesús Pimentel («Alondra un día»), Miraceti Jiménez («Cuerpo de cal»),
Martín Sánchez Camargo («En el jardín de la ruina») y Ricardo Muñoz
(«Abril»). Publicado por la
UNAM
en su colección ElAla del Tigre en una
edición sobria, agradable a la vista y al tacto y, según tengo entendido,
promovido por la Secretaría de Cultura del Estado, es un libro necesaria-
mente irregular. Fue mi primer encuentro con los dos últimos poetas que,
sin duda, tienen oficio, aunque en el caso de Muñoz percibí cierta grandi-
locuencia comprimida en versos cortos. Los poemas de Sánchez Camargo
también son contenidos pero de una manera silenciosa, buscan más el
pensamiento que la emoción, las imágenes parecen salidas de la reflexión
con el sólido afán de modificar el mundo externo. Pimentel a diferencia de
Criatura tú
hace un
tour de force
de versos largos, tersos y tensos, por
sus conocidos espacios clericalmente mundanos, goliárdicos. Exigen aten-
ción y oído. Miraceti Jiménez, en este libro, me parece la voz más cercana
a una poesía genésica, una poesía cercana a la oración en su sentido
religioso, al conjuro; sobre todo en la sección «Recuerdos de Marías», que
es una suerte de hagiografia personal, familiar, revisada sin tapujos pero
con la certeza de que ahí se fortifican los misterios.