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Testimonios
fica, la entrada también de la luz del Espíritu Santo. Apartir de ella surge
la Constitución dogmática sobre la Iglesia que pretende aclarar a los
fieles y a todo el mundo la esencia y misión de la Iglesia. Más aún,
Escandón da un valor especial a la Constitución pastoral
Gaudium et
Spes
, diálogo entre la Iglesia y el mundo. Con ello se cerraba un libro al
abrirse uno nuevo. Ante esto, el autor se pregunta: ¿para qué me iba a
servir mi filosofía y teología preconciliar aprendida?
La primera impresión posconciliar fue la incertidumbre, inestabili-
dad. La segunda se refiere a la esperanza por la apertura en el diálogo
ecuménico con otros creyentes cristianos o no cristianos y, más posi-
blemente tan importante como aquello, con las estructuras económicas,
políticas sociales y culturales. En una palabra: escucharnos para correspon-
sabilizarnos de nosotros y de los otros.
Sin embargo, esta perspectiva a Carlos Escandón le ha dejado algu-
nos resabios de tristeza y desesperanza porque la apertura a veces ha
comenzado a cerrar un poco. Ahí, la tercera experiencia sustantiva: al
paso del tiempo, aparecieron rupturas intraeclesiales: lefeberistas endureci-
dos, ultraderechistas conuna doctrina preconciliar ortodoxa o la ultraizquierda
presentando una Iglesia popular sin autoridad jerárquica de obispos.
Un cristianismo sin Iglesia y una Iglesia sin diálogo, nos confiesa
Escandón. La unidad de la Iglesia comenzó a fracturarse y eso generó,
en la experiencia personal del autor, mucho dolor y no poca confusión.
Aun con eso, los retos se ven como un fuerte llamado a la interio-
ridad y a la mística. Los fieles tienen hambre de Sentido y Trascenden-
cia, Sed de Dios. Escandón concluye con una búsqueda del Dios que
siempre será mayor que mis deseos, temores y fantasías que se pregun-
ta: ¿Quién soy? ¿Para qué o para quién existo?
Jorge Basaldúa Silva y Francisco Valverde Díaz de León