Sergio Cházaro Flores
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VALDIVIA
Sergio Cházaro Flores
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–Ydigame, ¿dónde queda Valdivia?
–Está usted sobre Valdivia.
Como en otros muchos lugares del país, la gente de Valdivia se apresta-
ba para pasar la noche de manera cotidiana. Pero para ellos no fue así,
tan cotidiana. Un fenómeno telúrico originado en la Sierra Madre de
Chiapas se fue gestando desde hace mucho tiempo; desde que empuja-
ron a los indios a sembrar en laderas de montañas donde no se debe
sembrar. La lluvia se precipitó de manera salvaje, haciendo más estra-
gos porque ya no hay tanto árbol que retenga el suelo. Una descomunal
avenida de agua, amazónica, irrumpió en las partes bajas destrozando
todo lo que encontró a su paso, lo mismo árboles gigantes, piedras del
tamaño de una cabeza olmeca, puentes, carreteras, hasta llegar con su
torrente siniestro a las miles de casas endebles que no esperaban tanta
agua, tanta arena, tanto lodo, en cantidades dificiles de medir y, sobre
todo, de describir.
La vida cotidiana de la gente de Valdivia, colonia del municipio de
Mapastepec, Chiapas, dejó de ser para algunos vida y, para la gran ma-
yoría, cotidiana.
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Coordinador del Área de Servicio Social,
UIA-GC
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