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Mi experiencia posconciliar
años serán necesarios para vivir lo que este Concilio proponga y enseñe
en estas sesiones para un mundo más complejo?»
Aquella conversación con un hombre sabio y conocedor de la his-
toria ha resonado muchas veces en mis oídos y le quisiera pedir consejo
a mi maestro, quien ya ve la historia desde la Atalaya de la eternidad,
pero pedir ese consejo ya no me es posible.
Cuando me pidieron escribir algo sobre mi experiencia del Conci-
lio, a casi 40 años de su solemne clausura a la cual asistí en la fiesta de
la Inmaculada Concepción del año 1965, mi primera respuesta fue resis-
tirme porque ni soy teólogo, ni he vivido la estructura eclesiástica en
puestos pastorales que me hayan obligado a estudiar y compartir mu-
chos de los documentos emanados del Concilio; sin embargo, cuando
insistieron y afirmaron que la intención era recoger una experiencia de
un no-especialista sino de un sacerdote ordinario dedicado al diario tra-
bajo de la educación y el acompañamiento espiritual, entonces acepté
con la única expectativa de exponer mi experiencia por si esto puede
ayudar a alguien. Escribo pues, para ese alguien que no sé quién sea,
cómo se llame y dónde esté.
Mi escrito tendrá tres partes: mi formación preconciliar, mi viven-
cia del Concilio y mi experiencia posconciliar.
Mi formación preconciliar
Quiero de entrada decir que agradezco a mis maestros y superiores la
larga formación que me regalaron. Muchísimas cosas ya están en el
cofre del inconsciente sanamente olvidadas, pero el interés de tantas
personas por mi formación y los largos años de entrenamiento, jamás lo
olvidaré. La orientación del encuentro con la literatura clásica greco-
latina, el repaso de las ciencias básicas y las matemáticas para sumer-