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La voz de los estudiantes
sucede con los estudiantes, pero no se atreve a plantear las preguntas
que la lleven a comprenderlos. El sistema educativo, plantado en su
lógica «perfectamente» definida de temporalidad, modalidad y orden no
acepta cuestionamientos, y en este contexto los estudiantes se debaten
entre la construcción de dinámicas propias que vayan dando a su expe-
riencia educativa una lógica distinta, y el acomodo, a fin de cuentas
funcional, a las normas y criterios escolares.
Considero que las condiciones actuales de precariedad laboral, cri-
sis económica e incertidumbre estructural ejercen gran presión en los
estudiantes quienes aun entendiendo que la vida no está precisamente
en las aulas, dedican parte de ella al anacrónico ritual de sentarse a
escuchar la voz de quien dice enseñar lo que es necesario saber.
Como dije en un principio, es necesario e impostergable reconocer
la voz del estudiante, quien no está esperando a que se la demos, sino
que en una frecuencia seguramente fuera de nuestro rango de alcance,
establece todos los días, en las aulas y en los pasillos, diálogos intensos
cargados de futuro. Ampliemos pues los horizontes de nuestras percep-
ciones con el propósito de ser capaces de captar la voz de los jóvenes,
no sólo para comprenderlos, sino para promover, junto con ellos, la trans-
formación de las instituciones educativas y de los procesos de enseñan-
za aprendizaje, en los cuales somos también protagonistas.