Página 4 - abril2014

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¿Qué es el éxito desde la perspectiva jesuita?
Por Dr. Fernando Fernández Font, S.J., Rector
H
ablar del éxito desde la perspectiva jesuita puede diferir
en mucho de lo que otras universidades conciben y pro-
mueven desde sus modelos educativos; pues para mu-
chos, éste se reduce -en el mejor de los casos- a la for-
mación de “profesionistas excelentes” que logren un buen puesto
en el codiciado mercado laboral.
Sin embargo, nuestra apuesta se enmarca en una serie de va-
lores e ideales, coherentes con nuestra propia espiritualidad, que
nos distinguen y que intentan imprimir un sello particular en nues-
tros egresados. La formación al estilo ignaciano implica ir más allá
de la profesionalización de las personas. Nosotros creemos que
nuestro modelo educativo contribuye, no solo al desarrollo y al
desempeño profesional del más alto nivel, sino que apunta ade-
más, hacia la totalidad de la persona, vista de manera integral.
Es decir, no solo nos interesa que los futuros profesionistas de-
sarrollen competencias y adquieran conocimientos y habilidades
diversas; sino que, además –y con mayor relevancia-, nos interesa
preocuparnos por las personas y buscar su crecimiento. En con-
secuencia, brindamos una educación que permita a quienes ingre-
san a nuestras aulas, descubrirse como seres humanos, llenos de
dones y talentos, cuyas vidas tienen un propósito:
convertirse en
actores responsables de sí mismos y del mundo que les rodea
. Y
esa premisa es para nosotros, la clave de todo éxito.
De este modo, la formación ignaciana, entendida en su sentido
más amplio y profundo, tiene por finalidad última que las personas
logren como objetivo central hacerse cargo, ética y responsable-
mente, del mundo en el que les tocará vivir. En este sentido, una
formación con un cariz ignaciano busca ante todo, personas con
un corazón abierto y comprensivo capaces de actuar críticamente
de cara a las problemáticas actuales para transformar, construir y
animar una mejor sociedad, desde su quehacer profesional, puesto
al servicio del otro, de los otros, de aquellos que más lo necesitan.
Queremos que se conviertan en personas cada vez más libres y
capaces de tomar decisiones maduras de alta responsabilidad. De
este modo, nuestra búsqueda se enfoca al ser humano en su empe-
ño por la justicia, a fin de que pueda plantearse una distancia crítica
frente a una cultura que privilegia el consumo y el éxito individual.
Sabemos bien que la corriente de este mundo va en dirección
contraria; pues predomina por doquier el “
american way of life
que pregona la economía de mercado y que lleva por bandera el
prestigio, el poder, la acumulación de riquezas, la satisfacción in-
mediata de cualquier deseo, el culto al cuerpo y a la imagen perso-
nal como ingredientes fundamentales para el coctel del éxito. Sin
embargo, sabemos también que es sólo a través de una apues-
ta transformadora como la nuestra, que se puede dar sentido a
la propia existencia.
De este modo, nosotros consideraremos que un profesionista
y nuestras propias instituciones habrán alcanzado el éxito cuan-
do logramos personas:
a)
Conscientes
de las problemáticas de injusticia y pobreza que
permean en las estructuras sociales y que lastiman la dignidad
humana, logrando analizar críticamente sus causas y sintiéndo-
se corresponsables y llamados a actuar para su transformación.
b) Altamente
competentes
en su disciplina, capaces de aportar so-
luciones realmente creativas y pertinentes a esa realidad conflictiva,
desde un desempeño profesional ético, eficaz y útil a la sociedad.
c)
Compasivos
, con un corazón movido por la sensibilidad que
les permita abrir los ojos y el corazón a la realidad del otro, es-
pecialmente de aquél a quien día tras día se le van recortando
las posibilidades de vida.
d)
Comprometidos
, como líderes de opinión, capaces de ana-
lizar las complejas realidades sociales, políticas y económicas
con un sentido crítico y con valentía suficiente para alzar la voz
y denunciar la mentira, proponiendo creativamente nuevos ca-
minos para la justicia y la equidad.
Este es pues el llamado de la Compañía de Jesús y ésta
es la manera en la que evaluamos el éxito que logramos a tra-
vés de universidades bien plantadas en la realidad. Nos mueve
el anhelo de saber que colaboramos en el cultivo de aquellas
semillas que lograrán germinar en nuevos horizontes de es-
peranza. Con el esfuerzo, la inteligencia y la voluntad de to-
dos y todas estaremos caminando en la dirección correcta y
seremos pues, exitosos instituciones, sociedades, gobiernos,
empresas, familias y personas.
Ma. Rocío Rodríguez Chávez