Página 12 - enero2013

Versión de HTML Básico

reflejo
mosaico
[ 12 ]
U
na antigua —pero recuperada— construcción en el Centro
Histórico de la Ciudad de Puebla, es donde se desarrolla
esta historia. Un lugar con ciertos inconvenientes ta-
les como lo incómodo de encontrar estacionamiento
y gente
non grata
, amén de manifestaciones y otros even-
tos con los que tienen que lidiar los habitantes de esta zona,
pero sin duda un lugar vinculado a la añoranza y encuentros
casuales. Hablando de encuentros casuales, a unos pasos
de Catedral se encuentra el taller de Juan Pablo Guarneros
Galleto, arquitecto de 25 años y egresado de la Ibero Puebla,
que divide su jornada entre la práctica profesional indepen-
diente y el rehacer de sillas, sillones y derivados.
Como es de esperarse los jóvenes dirigen su mirada hacia el
futuro, no en este caso. Podríamos esperar que siendo un arqui-
tecto —no hace mucho, egresado—, su quehacer fuera el diseño
de un mueble de formas nuevas y materiales permeados por los
procesos tecnológicos, nos equivocamos. La apuesta aquí es
una mirada al pasado y lo que nos encontramos tiene que ver con
las siguientes palabras: encanto, detalle, personalidad, tiempo y
dedicación. Se apuesta por viejas sillas, por sillones que fueron
testigo de reuniones familiares, de charlas con amigos, de la vida
de nuestros abuelos.
Juan Pablo nos comenta que su trabajo consiste en dotar de
nueva vida a una silla que bien podría estar arrumbada y apoli-
llándose, “a veces hay que resanar la madera por que viene mal-
tratada o astillada”. Haciendo un comparativo de cuando llega la
pieza —objeto que lleva en el ajado tapiz la huella del tiempo—,
con la intervención final, el resultado es fantástico. Se trata de
un trabajo colaborativo entre las ideas de Juan Pablo, tapiceros
y un ebanista, además de alguna participación de jóvenes creati-
vos. También tiene que ver el cliente, quien a veces aporta ideas
y personaliza la pieza.
Nos encontramos con sillas de estilos variados re-tapizadas
con brocados, telas impresas en medios digitales o algún bor-
dado otomí, luciendo tan contemporáneas como si las hubieran
hecho hoy. “Consigo mis piezas en los bazares, he tenido que
recurrir a los bazares en el DF por que en Puebla hay realmente
pocos. A veces te llama alguien y te dice llévate este comedor
por una cantidad módica, casi irrisoria para quitarse de enci-
ma parte de sus recuerdos; y es que la gente prefiere gastar
una cantidad considerable en mueblerías llenas de productos
comerciales y deja de apreciar los detalles y la belleza de estos
muebles que pueden considerarse viejos. Muebles en cuyo pro-
ceso se invirtió una gran cantidad de tiempo en el pulido, en el
tallado, en el detalle, en lo humano. El mercado se ha encargado
de que perdamos la capacidad de apreciar este tipo de belleza,
de desaparecer este tipo de proceso artesanal.”
“Estudié la preparatoria en un colegio jesuita y fue un paso
natural el ingresar a la Ibero. Algo que me dejó la universidad es
el ocuparme por los demás, aunque somos un pequeño equipo
al menos puedo dar trabajo a tres personas más. ¿Por qué una
silla? Una silla es algo simple con cuatro patas y respaldo que
nos separa del suelo, es un objeto arcano y nuevo a la vez. Una
silla, ese mueble que cubre la necesidad humana de sentarse
desde hace miles de años, sigue recreándose. Mi trabajo con las
sillas es algo que aprendí de manera autodidacta. Intenté trabajar
durante algún tiempo en un despacho de arquitectos pero los
horarios monótonos y el trabajo haciendo casas todas iguales no
era algo motivante. Como todo, siempre hay temor en iniciar algo
propio, sobre todo por que va de por medio tu inversión, pero
vamos saliendo bien y lo que me gusta de mi trabajo es que a
veces las sillas son como las personas, puedes dotar a cada una
de personalidad y resulta algo único. Por el momento pienso en-
focar los proyectos solamente a sillas, a ningún otro elemento.”
“Yo no entiendo porque la gente tiene que ligar a las antigüe-
dades con gente adulta. Son objetos bellos y a mi me gustan.
Si algo puedo aportar a los más jóvenes que yo, es que no re-
nuncien a su autenticidad. Cierta ocasión iba con unos amigos
y en un bazar me topé con una lámpara —porque me gustan
las lámparas tipo araña— y la quería para mi cuarto, los amigos
con los que iba preguntaron ¿es para tu mamá? Respondí no, es
para mí. Ellos rieron. El dueño del local me felicitó porque sintió
que era una persona auténtica.”
Si algún día caminas por el Centro Histórico y sientes curiosi-
dad de visitar el taller de Juan Pablo, no dejes de ir. El lugar se
encuentra rodeado del bullicio de la gente, de piezas históricas,
de vitalidad. No solo es una experiencia estética, es acercarte al
pasado pero de una manera renovada donde no solo te espera
una silla, entras en contacto con un mundo creativo que puede
detonar ideas.
visita Facebook/sillarquía/ Juan Pablo Guarneros Galleto
Las sillas son como
las personas
Por Lic. Arturo Cielo Rodríguez, jefe de Diseño Gráfico
de la Dirección de Comunicación Institucional