Página 5 - enero2013

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mosaico
central
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Se vería muy pálido un Mosaico —una comunidad plural,
incluyente y democrática— sin Diversidad Sexual. Esto se debe
a que hoy día la Diversidad Sexual como concepto, como identi-
dad, como cultura y como colectivo humano, es epítome de “Las
Diversidades”. En otras palabras, la Diversidad Sexual hace tan
evidentes las ventajas de convivir en la diversidad, como las di-
ficultades que la sociedad opone a las minorías sexuales; la ho-
mofobia en sus diversas vertientes alcanza niveles vergonzosos y
extremos de crueldad e irracionalidad.
Empiezo por aclarar que el término “Diversidad” es un eu-
femismo; habitualmente no se refiere a la variedad de rasgos,
conductas, identidades o creencias. Se refiere a las minorías que
por resistencia o disidencia divergen de la mayoría o de quienes
detentan el poder. No consiste solo en ser, creer o portarnos de
manera diferente; es asumir la diferencia como identidad, como
bandera. Por tanto, Diversidad Sexual es el nombre colectivo de
las personas que nos asumimos como disidentes sexogenéricos:
gays y lesbianas, bisexuales, transgéneros y transexuales, queer
y demás.
Las Diversidades han sido y son la raíz de las culturas. La diver-
sidad sexual, en particular, es hoy un manantial refrescante para la
sociedad en su conjunto, y aunque solo fuera por ello habría que
valorar y asegurar su inclusión plena y explícita en nuestra demo-
cracia. ¿Qué aporta esta Diversidad a nuestra cultura?
Para la Diversidad Sexual la propia aceptación es fundamen-
tal. Junto con muchos estudiosos de este tema, yo considero
que quien no asume su disidencia sexogenérica no forma par-
te de las minorías sexuales. La aceptación, con sus implica-
ciones contraculturales, es un acto de verdad y valentía; pero
también es un acto de humildad radical que se trastoca en
orgullo. Asumirse como raro o rara es una de las verdades que
cumplen mejor con su vocación de hacernos libres. ¡Y vaya
que es relevante vivir la verdad cuando hay tanta presión para
vivir de apariencias y simulaciones!
Otra aportación es el sentido festivo de la existencia. Pese
a las autocríticas recurrentes y a las mofas externas, las mani-
festaciones, marchas y concentraciones de minorías sexuales
suelen convertirse en celebraciones, en carnavales. Una y otra
vez, personas y colectivos sucumbimos al impulso festivo de la
identidad sexo-minoritaria. Mijaíl Bajtín, el filósofo ruso, diría que
este carnaval enriquece la realidad al flexibilizar cánones y dar
cabida a la ambigüedad. Lo evidente es que el carnaval gay es
una celebración de la vida: pícara, irreverente, divertida e inclu-
yente. Casi es un mandato de la cultura de las minorías sexuales
liberar las fuerzas festivas de la convivencia, así nos reunamos
originalmente para una marcha política o para un velorio.
De la aceptación y el sentido festivo se alimentan otros dos
elementos prominentes de la cultura de la diversidad sexual: la
libertad y la creatividad. No es coincidencia que entre los creado-
res de casi cualquier ámbito del quehacer humano destaquen en
número y calidad los varones y mujeres de minorías sexuales. Y
es que los diques que contienen a la creatividad resultan supera-
bles para quien ha logrado relativizar los mandatos opresivos de
la cultura para reconocer y aceptar quién es.
Otra aportación de la cultura de la diversidad sexual es la cen-
tralidad del cuerpo y la valoración de la sexualidad como vínculo
humano: esto desafía a una cultura de culpas y miedos medie-
vales, incongruente con nuestros conocimientos científicos del
cuerpo humano. Y corrobora el valor político de lo privado.
En un mundo donde culturas e identidades, lenguas y creen-
cias, prácticas, filias y fobias
se tejen, chocan, se fusionan;
donde el ideal de pureza parece
no solo imposible y anacrónico,
sino indeseable, gays, lesbianas, trans y demás somos naturalmen-
te multiculturales y bilingües. Nos criamos para comportarnos
“como todo mundo”, y a la larga navegamos cómodamente en-
tre esa cultura de origen y la cultura y lenguaje de la diversidad
sexual. Esta biculturalidad es el terreno natural para que echen
raíces la inclusión y la democracia, que se nutren de la equidad en
la diversidad. La posibilidad y riqueza de una educación multicul-
tural es otra aportación de la Diversidad Sexual.
Finalmente, los derechos de las minorías sexuales —a veces
explícitamente negados o al menos omitidos o violados— apor-
tan al resto de la sociedad una causa que cruza todos los gru-
pos sociales y etarios, todos los países, todas las ideologías.
La homofobia está muy muy lejos de ser erradicada. Aquí hay
oportunidades para la educación y las acciones políticas, para
las demandas y las marchas, para el activismo y la solidaridad;
y hasta para la propia conversión tras reconocer que personal-
mente albergamos prejuicios y rechazo.
¿No crees que haya suficientes motivos para valorar la Diver-
sidad Sexual?
Diversidad Sexual:
Posibilidad y riqueza de
una educación multicultural
Por Dra. Celine Armenta Olvera, coordinadora de Maestrías para Formación de Profesores
“Las Diversidades han sido y
son la raíz de las culturas.”
Ilustración: Edith Hernández Durana