Página 4 - enero2014

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mosaico
central
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Tiempo áulico
L
a manera de percibir y usar el tiempo entre los estudiantes
y la universidad reviste diferencias considerables: las insti-
tuciones tienen una utilización del tiempo lineal, planeado,
estructurado para mantener el control; por su parte los jó-
venes viven y utilizan el tiempo de manera inmediata y vertiginosa,
al parecer sin planeación, lo que plantea de inicio un conflicto en
la relación.
La universidad asume el tiempo de clase como un momento del
que tiene relativo control, sabe dónde están los estudiantes y co-
noce los programas que el profesor está dando. En ese sentido
se han desarrollado estrategias para garantizar ambas situaciones
(revisión de salones y entrega de programas de estudio con trabajo
sesión por sesión). No obstante tal pretensión, lo cierto es que el
trabajo en el aula reviste características muy diversas que dificultan
esta medida lineal del tiempo como garante de aprovechamiento
y control.
La presencia de las nuevas tecnologías comunicativas ha tras-
tocado las nociones de tiempo y espacio áulico. La tecnología ha
permitido al estudiante una adecuación a dos tiempos: el tiempo
entre el inicio y el final de clases, y la manera como usarán el
tiempo fuera de ellas. Generalmente, el manejo de distintos dispo-
sitivos digitales pareciera dotar al estudiante de un cierto control
sobre el tiempo (rápido o lento) y cómo lo utilizará.
Los estudiantes reconocen que estas tecnologías les permiten fijar
su atención en algo distinto a la clase al enviar o recibir mensajes que
muchas veces refieren planes de actividades que harán al terminar
ésta. Este referente a un tiempo distinto sitúa al alumno fuera del ho-
rario restringido del salón y lo proyecta hacia un tiempo distinto; tal
como lo expresa Bauman: “Los jóvenes hoy viven en una ‘rapidez ex-
trema’ que no permite la configuración del pasado ni del futuro, y estas
categorías mentales se ven amenazadas por la tiranía del momento.
Incluso el ‘aquí y ahora’ está amenazado, ya que el momento próximo
llega tan rápido que se hace difícil vivir en el presente.”
La versatilidad de estos nuevos dispositivos digitales dificulta al pro-
fesor su uso adecuado dentro del salón de clase, y se vuelve un vigi-
lante de los alumnos que desarrollan prácticas que parecen evadirlos
de su trabajo áulico.
No es descabellado hablar de una desterritorialización debido a
que los estudiantes se han formado en un contexto de amplio acce-
so a las nuevas tecnologías comunicativas. Héctor Gómez Vargas
lo llama “el mundo play”, que lleva a la modificación de la interac-
tividad de los estudiantes y maestros en el aula, la cual cada vez
está más distante.
Es necesario reconocer que hay una tensión entre el tiempo su-
gerido institucionalmente y el tiempo que se percibe desde los
estudiantes. El primero parece tener como base la idea de que la
atención puede estar dirigida en su totalidad a un punto durante el
tiempo de clase, mientras que el segundo supone la posibilidad de
ejecutar distintas acciones en un mismo tiempo. Ante esto podemos
preguntar qué estamos haciendo como universidad para promover
procesos educativos pertinentes que consideren las variantes cultu-
rales que estamos viviendo.
Por Mtro. Jorge Basaldúa Silva, director del Centro de Participación y Difusión Universitaria
Ma. Lissette Rojas Tejeda