Página 9 - enero2014

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formando el
mosaico
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EL TIEMPO NO BORRA A LOS MEXICANOS
Por Lucía Elena Castillo Ortiz, alumna de la Licenciatura en Relaciones Internacionales
Algunos días me tengo que levantar muy temprano para
llegar a clase de siete de la mañana. A veces hace frío y por mo-
mentos me estoy congelando. En ocasiones hay alumbrado pú-
blico y otras veces no se puede ver más allá de tres metros por la
obscuridad que antecede a un amanecer. Conmigo salen decenas
de jóvenes que en silencio me hacen compañía hacia la escuela.
Los camiones completamente saturados, gente corriendo y que
anda en bicicleta son solo un escenario diario que muchos pode-
mos pasar por alto, que muchos no aprendimos a valorar.
Apenas comprendí que no es algo nuevo, que durante muchos
años, las personas han tenido que trabajar el triple o cuádruple
de lo que la mayoría hacemos para poder llevar un poco de pan a
su casa al final del día. Con algunas semanas, yo estaba cansa-
da. Sin embargo, el ver a tanta gente que no se aburría o que no
renunciaba al calvario del frío calando tus huesos o el frecuente
miedo a un acto delictivo me daban ganas de seguir adelante.
Gente que aun sabiendo que en calles sin banquetas, alumbrado
público y pandillas aguardando en las esquinas, tenían el valor de
ir a sus escuelas y trabajos.
Tal parece que el tiempo no ha borrado las ganas de salir ade-
lante, de los mexicanos. El tiempo no ha borrado el despertar de
nuestra gente que todos los días se levanta a altas horas de la ma-
ñana para tomar un transporte público donde nunca hay espacio
para sentarse junto con decenas de otros mexicanos sedientos de
oportunidades, mexicanos luchando por un futuro mejor. Tampoco
ha borrado el entusiasmo de miles de niños que caminan kilóme-
tros enteros para llegar a la escuela sin una suela que pisar. Mucho
menos, el sentimiento de quienes salen a la calle a gritar y esperar
ser escuchados, en nombre de todos los mexicanos, sin callar las
necesidades y carencias de nuestra sociedad.
El tiempo podrá borrar de la memoria de algunos la cara de Emi-
liano Zapata, Álvaro Obregón o Francisco Villa. Puede también bo-
rrar la memoria de lo que sucedió un 20 de Noviembre de 1910 y
cambiar todos esos recuerdos por “las mejores ofertas del año”. El
tiempo podrá silenciar poco a poco las voces ahogadas de estu-
diantes un día de octubre en Tlatelolco, pero nunca podrá silenciar
las ideas. Podrá cambiar historia por ofertas, esfuerzo por confor-
mismo, coraje por miedo. No obstante, jamás podrá quitarnos las
ganas de luchar, las ganas de esforzarnos, creer en nuestro país y
salir a la calle a hacer algo por él.
Pero no hay que dejar que pase más tiempo, hay que actuar hoy.
Tomar de ejemplo a todos los mexicanos que no se rinden, que no
solo están en las noticias ni en los plantones; que también están
junto a nosotros, en silencio, sin afán de ser reconocidos, no obs-
tante son los héroes más valiosos. Debemos comprometernos a
terminar un año con el propósito de hacer del siguiente uno mejor.
Que todos los días valga la pena el levantarse temprano para ir a
clases y el dormirse tarde teniendo aún una infinidad de pendientes
por realizar. Hacer que lo valga, hacer que valgamos la pena y no
dejar que el tiempo borre a México.
Ilustración: Ma. Lissette Rojas Tejeda