Página 5 - febrero2014

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mosaico
central
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Ilustración: Edith Hernández Durana
ciones que emprendemos. La pregunta entonces es
¿existe
alguna manera de elegir asertiva, consciente y responsable-
mente?
La respuesta es
, pero como todas las cualidades
humanas, supone un proceso de trabajo íntimo y personal,
que debe fundamentarse en poner la voluntad sobre la in-
tención, de modo que cada día podamos preguntarnos
¿Con
qué sentido hago lo que hago?, ¿Por qué y para qué lo hago?
¿Existen otras opciones para resolver o atender eso que me
está ocurriendo? ¿A quién beneficia lo que decido? ¿Qué es-
pero obtener? ¿Qué voy a hacer con eso que suceda?
Este
proceso de autorreflexión nos permite vivir de modo más
consciente, la consecuencia de nuestros actos, fortalece
nuestra escucha activa, nuestra capacidad de pensamiento
y, por supuesto, pone en modo activo nuestra sensibilidad y
atención en cualquier situación, simple o compleja, de nues-
tra existencia.
De este modo vamos integrando un proceso de compren-
sión en aquello que nos ocurre y que debemos resolver. La
decisión va convirtiéndose en un proceso estructurado y ob-
jetivo que permite diferenciar los hechos de las suposiciones,
identificar diversas alternativas ante los hechos, reduciendo
así el riesgo de fracaso y la distancia entre la subjetividad
con la que cotidianamente nos relacionamos con la realidad.
Este tipo de procesos nos permite comprender que los he-
chos no los podemos modificar pero sí la manera en que nos
relacionamos con ellos, ello implica de manera inmediata de-
sarrollar procesos más sanos y asertivos, que reconforman
nuestro carácter y nos permiten experimentar un estado de
mayor plenitud al ejercer de manera consciente y compro-
metida nuestra capacidad de elegir, que si bien resulta una
paradoja, porque como todo en la vida no siempre lo que
nos gusta nos hace bien y lo que nos hace bien no siem-
pre nos gusta; si nos permite disfrutar mucho más de nuestra
naturaleza humana, relacionarnos de forma más equilibrada y
saludable con nuestro ambiente, entorno y semejantes.
Elegir es una paradoja porque implica aprendizaje y creci-
miento, a veces fácil y homogéneo, a veces complejo o con-
tradictorio, lo valioso es no perder de vista que cada decisión
nos brinda la oportunidad de aprender y adquirir experiencias
que proporcionan nuevas oportunidades, ya lo decía Gandhi,
“Cuando pierdas, no pierdas la lección”.
Cada decisión que tomamos tiene un impacto, y del tama-
ño que sea esa decisión será justamente su consecuencia;
la paradoja está también en comprender que, mientras más
conscientes estemos de lo que nos mueve a elegir, e identifi-
quemos para qué lo hacemos, podemos entonces, tener con-
secuencias menos echadas a la suerte y ser más conscientes
de la responsabilidad de forjar nuestro propio destino. Ya lo
decía el recién fallecido Nelson Mandela “No importa cuán
estrecho sea el camino, cuán cargada de castigo la sentencia.
Soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma”. Así que
ante la oportunidad que la vida te brinda decide vivir en pleni-
tud y trascendencia contigo mismo, con tus semejantes y con
todo cuanto te rodea.
Cuando hablamos de una paradoja, normalmente nos
referimos a una idea que parece extraña u opuesta a lo que
suponemos como verdadero o bueno y que puede parecer
contradictorio; por ejemplo pensar que una situación adversa
puede conducirnos a una circunstancia benéfica o que detrás
del dolor puede obtenerse gozo o satisfacción.
Esta naturaleza contradictoria y tensa que caracteriza una
paradoja, suele ser común cuando nos enfrentamos a proce-
sos de elección ya que suponen escoger, priorizar o preferir
entre dos o más situaciones, escenarios, objetos o personas.
Día a día tomamos innumerables decisiones que van des-
de la elección simple de levantarnos o no, con el sonido del
despertador; seleccionar el atuendo con el que vestiremos,
la ruta que seguiremos para nuestras labores, lo qué come-
remos, con quién compartiremos el día y cómo resolveremos
las tareas cotidianas. De este modo nuestra ruta se cimenta
con aquello que elegimos (no) hacer o (no) decir; así con-
formamos nuestro derrotero y construimos lo que hacemos,
pero sobre todo lo que decidimos ser. Así lo expresa ese frag-
mento de la famosa canción de Joan Manuel Serrat
“Cami-
nante no hay camino, se hace camino al andar”.
Lo que le da sentido a la elección es justo la
capacidad
para decidir
; que no siempre se ejerce de manera libre y
consciente; por ello, con frecuencia resulta complicado en-
tender la responsabilidad que deriva de cada una de las ac-
¿Elegir es siempre una paradoja?
Por Mtra. Rocío Barragán de la Parra, coordinadora de la Licenciatura en Mercadotecnia