Página 4 - junio2014

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Descanso y ocio. El arte de no hacer nada
Por Mtra. Clarisse Tishman Alatriste, académica del Área de Reflexión Universitaria
H
onestamente no recuerdo cuántas veces escuché, en
diferentes momentos de mi vida, la célebre frase “El
ocio es la madre de todos los vicios”. Hoy, comprendo
que son frases como ésta las que promueven ciertas
creencias que validan y fomentan el vivir eterna y ridículamen-
te estresados. Hemos aceptado la idea de que el descanso y
la contemplación son una pérdida de tiempo y por ello hemos
dejado de vivir y experimentar en tiempo presente, oscilando en-
tre un sentir de culpa e inconformidad por situaciones pasadas
y un sentir de preocupación y ansiedad ante un futuro incierto.
Desperdiciamos momentos sagrados de nuestra vida en un in-
cesante ‘hacer’, para ‘tener’, sacrificando en el trayecto, nuestro
ser. Tristemente adoptamos un estilo de vida que no nos permite
aterrizar, que nos aleja de nuestra esencia y nos lleva a perder el
equilibrio… en algún momento, en algún lugar del camino, opta-
mos por experimentar una realidad fracturada que se manifiesta
como un reflejo de nuestro mundo interno.
Necesitamos detenernos. Precisamos poner un alto a nuestras
rutinas tipo gallina sin pescuezo y respirar. Debemos recordar que
la única manera de reconectar con nuestra esencia es en el mo-
mento presente. Hoy requerimos generar la intención de tomar
conciencia de nosotros mismos y de sabernos dueños de nuestra
experiencia, posibilidad que surge a partir del equilibrio interno,
esto es cuando uno es capaz de domar su mente y los pensa-
mientos que en ella se generan, cuando uno toma conciencia de
lo que experimenta en su interior y lo que ello le significa…cuando
se toma el tiempo para dejar de hacer y se permite ser. Si desvío
mi atención del exterior hacia el interior puedo escuchar lo que la
infinita sabiduría de mi organismo me comunica y logro entonces
darme cuenta de cómo me encuentro y de lo que en un momento
dado necesito o simplemente quiero.
A donde quiera que uno voltea se escuchan las constantes
quejas de diversos tipos de personas sobre lo mucho que se
debe hacer y la aparente falta de tiempo que se tiene para lograr
concretar las supuestas obligaciones del día a día. Las palabras
ansiedad, estrés y agotamiento se escuchan una y otra vez en
toda clase de conversaciones. Lo que difícilmente se oye es “es-
toy cansado de estar cansado, estoy harto de sentirme ansioso y
estresado, ya no quiero vivir así”. Al parecer, el mantenerse eter-
namente ocupado se percibe como algo valioso, como si quienes
no dedicasen un minuto para descansar fuesen personas con una
misión de vida sumamente importante, personas a quienes uno
debiera admirar. Es evidente que el ritmo externo no se detendrá
por o para nadie, somos nosotros quienes tenemos la posibilidad
de hacer una pausa en nuestro día, andar y pensar. Al detener
nuestro cuerpo y el flujo incesante en nuestra mente generamos
un espacio interno que da paso a la creatividad e inspiración, per-
mitiendo que a través de la contemplación se tome consciencia
de una realidad muy distinta a la que percibimos cuando lo único
que hay en nuestro interior es ruido. En el momento en que de-
jamos de lado nuestra ilusoria necesidad de controlarlo todo y a
todos, cuando literalmente aflojamos el cuerpo y nos permitimos
fluir con lo que hay aceptando nuestra realidad del momento,
percibiendo sin juzgar, la sensación que se genera en nuestro
interior es algo sublime.
Perfectamente puedo comprender que ante lo anterior surja
la pregunta de los sesenta mil: ¿cómo? ¿Cómo me desconecto de
un entorno que demanda de mi atención a cada segundo? ¿Cómo
aquieto mi mente cuando me encuentro conectado a algún tipo de
aparatejo 24/7? En realidad el dilema no se encuentra en el cómo, el
reto, el meollo del asunto, está en el deseo, en las ganas de generar
la intención de conectarme conmigo mismo y en el deseo de com-
prometerme a lograrlo. Se requiere de voluntad y práctica, de atre-
verse a probar distintas opciones e identificar lo propio. Se trata de
abrirse a nuevas alternativas y confiar en que el proceso que habrá
de iniciarse en cada persona será el adecuado. Se requiere ser
honesto con uno mismo y aceptar, de ser el caso, el sin sentido de
nuestras rutinas y de la sobre estimulación a la que nos expone-
mos. Al final del día se trata de aceptar que aun cuando pasamos
nuestros días ocupados y preocupados, cuando noche tras noche
llegamos a la cama exhaustos, pocas veces hemos logrado algo
trascendente o significativo.
Tengo la firme convicción de que todos hemos sido bendeci-
dos con distintas capacidades y habilidades que nos corresponde
compartir con nuestro planeta y con quienes lo compartimos y
me parece que para acceder a tales riquezas necesitamos aquie-
tarnos y escuchar lo que nuestra esencia nos comunica. Cuando
logramos conectar con nuestro ser superior se disipa la necesidad
de darle sentido a la vida a través de lo que se hace o se tiene, se
pierden las ganas de continuar con un ritmo extenuante y se logra
un sentir de serenidad y plenitud que no requiere de nada externo
para sostenerse; en tal estado se encuentra la conexión con todo y
desde éste nace el deseo de aportar algo valioso a nuestra existen-
cia y a la de los demás.
Ilustración: Arturo Cielo Rodríguez
When you lose touch with inner stillness, you lose touch with
yourself. When you lose touch with yourself, you lose yourself
in the world. Your innermost sense of self, of who you are, is
inseparable from stillness. This is the I Am that is deeper than
name and form.
Eckhart Tolle