Página 14 - noviembre2013

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formando el
mosaico [ 14 ]
E
l fenómeno migratorio actual se ha enfrentado a un mundo
donde la “desocialización” nos ha conllevado a pensar en el
viacrucis que viven los migrantes centroamericanos, pero no
a establecer las urgentes medidas contra toda violación de
sus derechos y, por lo consecuente, de su persona. El migrante se
ha conceptualizado, pero no se ha apreciado como persona.
La última vez que visité uno de los municipios donde “la bestia”
teje su travesía en mi tierra natal, Tabasco, me pregunté ¿A qué
precio? Y no me refiero a los 400 dólares de cuota por viajar en el
lomo del tren al iniciar el viaje, sino a la razón fundamental por la
cual deciden emprender el trayecto.
¿Es acaso la vida en su país natal peor que el abuso a su persona
en el camino? ¿Es el sueño americano muy influyente? ¿Qué es eso
que los alienta a emprender un viaje tan peligroso? Esa realidad en
la cual se ven inmersos los inmigrantes centroamericanos a su paso
por México, la cual permea su dignidad, es realmente un reto hablar
de la integridad de una persona a su paso.
Es un contexto real que implica despedirse de la integridad de
tu cuerpo, de la vida y rogarle a los azares del destino que si te de-
tiene algo, sea la migra y no “la Mara.” Un viaje donde encuentran
la muerte bajo un contexto donde la palabra infierno es realmente
pequeña frente a lo que se vive.
La tragedia de los migrantes se enquista y se nutre de las se-
mejantes circunstancias que tiene México en su profunda crisis de
inseguridad. Lo cierto es que esto no es fenómeno esporádico, es
un fenómeno lamentablemente consuetudinario y en marca a toda
la República Mexicana. Si bien éste mismo se agrava en las zonas
fronterizas con el secuestro y la extorsión por parte de la operación
de grupos del crimen organizado que tienen un recorrido a la par
de los migrantes que viajan en los trenes de carga o en camiones.
Un tema que me desvela, es la vulnerabilidad que tienen los de-
rechos humanos de estas personas viajeras, puesto que distan mu-
cho de ser protegidos y por si fuera poco los que supuestamente se
encargan de velar sus derechos son los mismos que a veces en la
¿Cuál sueño?
Por Fernanda Sarao Oramas, alumna de la Licenciatura en Ciencias Políticas y Administración Pública
práctica son partícipes de los abusos en las estaciones migratorias.
Pareciera que las autoridades de migración mexicana les copian las
mismas mañas a las autoridades de migración de Estados Unidos
con nuestros migrantes mexicanos. Irónico, ¿no?
¿Y qué hay de las organizaciones criminales? Si alguna vez pu-
dieron ver “La vida precoz y breve de Sabina Rivas” es solo una
escala diminuta frente a todo el tormento. Sin embargo, aun cuando
estos inmigrantes no sean ciudadanos mexicanos, es una respon-
sabilidad de las autoridades, por el simple hecho de ser parte de
una ley de justicia velar porque estos no sean víctimas del crimen
organizado o, en su caso, tratarlos con el mismo respeto. A su vez,
debería existir esa responsabilidad de esclarecer las desapariciones
de los indocumentados ya que es solo una vertiente de las muchas
variantes que permean la situación de los migrantes. El asunto de
los desaparecidos ha llevado a la cifra de 70 mil personas desapa-
recidas en los últimos cinco años.
La tarea para nuestro Estado mexicano es la de adaptar la reali-
dad frente a nuevas coyunturas, asegurar la protección de los dere-
chos humanos en el aspecto migratorio, pues éste se ha convertido
en su reto. Sí, es cierto que se han promulgado leyes migratorias,
pero distan mucho de los derechos humanos; por lo tanto no pue-
den ser exitosas si carecen de esta protección.
La migración no solo implica las remesas, flujo de personas,
mayores trabajadores ilegales con mano de obra barata, refor-
mas y leyes; implica la condición de vida de una persona, pues
pareciera que todo depende del estado legal del migrante y no
de su persona como tal.
Después de poner en la mesa todas las adversidades ¿A qué
precio? La alegría de un futuro mejor para sus familias, un pe-
queño sufrimiento para una larga vida a tus hijos, la abstinencia
de sus descendientes de emprender el doloroso viaje. Así que
el precio es mínimo cuando la recompensa es enorme y, por lo
tanto, el sueño es el mismo que antes era una utopía para ellos.
Una vida de mejor calidad.
Ilustración: Fernando Pérez Méndez, alumno de la Licenciatura en Diseño en Ineracción y Animación Digital