Página 4 - octubre2013

Versión de HTML Básico

mosaico
central [ 4 ]
Poder y Dignidad
E
l poder es una forma de relación que atraviesa todas
las interacciones humanas (Foucault, 1979). Y como
la historia nos ha mostrado, la asimetría dominadores-
dominados ha configurado esas relaciones de poder en
los círculos de intimidad, en los grupos y en las sociedades. Se
trata de una dominación/sumisión que puede ser más o menos
violenta, y más o menos visible, dependiendo del control de
los recursos materiales y simbólicos, y de los valores cultura-
les del grupo o sociedad en cuestión. Con frecuencia la relación
dominación/sumisión es simbiótica (Memmi, 1968), es decir, se
retroalimentan la una a la otra.
Actualmente vivimos en un mundo en el que las corpora-
ciones trasnacionales controlan la vida: el agua, los alimen-
tos, la salud, la energía; en el que los cárteles de la droga y
otras redes del crimen organizado, controlan la muerte; en el
que la clase política se alía a ambos; en el que los cárteles
de la comunicación encubren todo y construyen un imaginario
al reverso de la realidad; y en el que la mayoría de los seres
humanos comunes y corrientes experimentamos una rabiosa
impotencia. El planteamiento de que el poder se separe lo me-
nos posible del cuerpo social (Clastres, 1981) aparece como
una ilusión. Sin embargo pequeños espacios de acción nos
recuerdan que el poder establecido no es omnipotente, como
WikiLeaks o las autonomías solidarias de los zapatistas, o las
acciones cotidianas de millones de mujeres, hombres, niños y
ancianos en el mundo.
Yo estoy convencida de que
la dignidad humana se arraiga
en relaciones horizontales de reconocimiento recíproco
. Y
que por lo mismo la lucha por esa dignidad es una lucha rela-
cionada contra diversas formas de poder. Es una lucha política,
mediática, cultural. Y quisiera enfatizar este último aspecto.
Cuando digo relaciones de reconocimiento recíproco, trato
de evitar la palabra respeto, porque en nuestra cultura, (aun-
que no solamente en la nuestra) suele ser un concepto que,
contrariamente a lo que se piensa, lo que hace es legitimar
asimetrías de poder (hombre-mujer, adulto-niño, autoridad-
ciudadano, clérigo-laico, blanco-indígena, intelectual-lego) y
por lo mismo, suele estar vinculada a una estructuración jerár-
quica de la sociedad que ha facilitado esa simbiosis domina-
dor/dominado.
La búsqueda de relaciones horizontales de reconocimiento
recíproco precisamente intenta acotar toda forma de jerar-
quía que acaba naturalizando la desigualdad entre los seres
humanos. Terminar con toda jerarquía no significa desco-
nocer que en los grupos, la familia o las sociedades haya
funciones diferentes y complementarias, pero que son pre-
cisamente complementarias y por lo tanto horizontales y no
verticales. Hablar de relaciones horizontales es precisamente
romper con esa simbiosis dominador/dominado que mantie-
ne la impotencia y el sufrimiento de las mayorías.
Se trata de una brújula que puede ayudarnos en este es-
fuerzo de ir a contra corriente de las formas actuales de las
relaciones de poder, ese ir a contracorriente que hace que
actualmente resistencia y dignidad sean sinónimos.
Clastres, Pierre (1981)
Investigaciones en Antropología Política
. México: Gedisa
Foucault, Michel (1979).
Microfísica del Poder
. Madrid. Ediciones de La Piqueta
Memmi, Albert (1968).
Dominated Man. Notes towards a portrait
. New York.
Orion Press.
Por Dra. María Eugenia Sánchez Díaz de Rivera, investigadora del Departamento de Humanidades
Ilustración: Edith Hernández Durana