Página 5 - octubre2013

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mosaico
central
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Parece paradójico, pero en el momento en que el acceso sin
límites aparentes a la información se vuelve la clave de nuestro
tiempo, nuestra comprensión del mundo parece haberse queda-
do en
stand by
.
No es difícil coincidir con aquellos que advierten que
las prin-
cipales disciplinas del saber, de la sociología a la filosofía, no han
tenido tiempo de forjar los conceptos que nos permitan teorizar
sobre los radicales cambios del presente.
Este parce ser un mun-
do impensado, lo que no quiere decir impensable (Guillebaud,
2006, 12).
Como propone Jean Claude Guillebaud, vivimos bajo el reino
del dinero, del
liberalismo inevitable… Las ideas portadoras de
proyectos colectivos parecen haber desaparecido. Provocan la
burla de “la gente seria”.
La gran tragedia del pensamiento y, en particular, la gran ame-
naza para el sentido de la tarea universitaria, es la insistencia de
que el proyecto de un mundo mejor ha dejado de existir.
Hoy la representación del futuro es borrosa y, muchas ve-
ces sin atrevernos a reconocerlo, aceptamos la idea de que el
mundo es dirigido por fuerzas sobre las cuales no tenemos, en
nuestra realidad cotidiana, prácticamente ningún poder (merca-
dos financieros, comercio internacional, instituciones políticas,
poderes fácticos). Frente a esas fuerzas aparentemente incon-
testadas parece que no queda más que la adaptación y, a quien
resiste, la capitulación.
El poder se separa de la experiencia de individuos y colectivi-
dades. Al volverse difuso e inasible, su amenaza, pero también
EL PODER Y LA EROSIÓN DE LA EXPERIENCIA
Ilustración: Arturo Cielo Rodríguez
su fuerza seductora se magnifican. Aún la sencilla y modesta
democracia (esa ambición de colaborar con otros para orientar
el propio destino) se desvanece poco a poco, cuando individuos
y colectividades pierden la esperanza.
¿Estamos en verdad en un callejón sin salida?
Si miramos bien, no son pocas las experiencias de construc-
ción de un poder distinto que no es el poder de la dominación
de unos sobre otros, sino el de la dignidad personal y el recono-
cimiento recíproco. Advertir su pertinencia y sus posibilidades
para la construcción de una realidad diferente, requieren un áni-
mo, una espiritualidad, y también una disposición analítica que,
dotada de cierta dosis de insensatez, sea capaz de atreverse a
pensar lo impensado.
¿No es esa acaso la apuesta universitaria?
Como propone Alain Touraine, uno de los sociólogos contem-
poráneos más destacados, ¿No es nuestro deber, como siempre
lo fue, el hacer reaparecer las relaciones sociales, la contesta-
ción, el rechazo, la lucha y la esperanza, en donde quiera que
son aplastados, deformados o encerrados por el orden?
Para ello, y desde nuestro quehacer universitario, si hemos de
pensar que otro mundo, otras relaciones humanas, más justas y
fraternas son posibles, como insiste el propio Touraine,
no basta
con denunciar al orden, hay que demostrar que no es todopode-
roso, hay que redescubrir la fuente que está debajo del cemento,
la palabra que está debajo del silencio, el debate que está de-
bajo de la ideología.
Porque eso es lo que está en juego.
Por Dr. Oscar Soto Badillo, académico del Departamento de Humanidades y
responsable de la Cátedra Alain Touraine