Página 4 - octubre2014

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central [ 4 ]
Vientre. El espacio germinal de acogida
Por Iván Merino Zeferino, S.J., de la Dimensión sociopastoral de la Red Jesuita con Migrantes en México
.
..el sentido profundo de la noción de hospitalidad consiste en la capacidad de ofrecer amistad sin atar al compañero; en la capacidad
de hacer sentir al otro libre, sin dejarle solo. La paradoja de la hospitalidad es que quiere producir un vacío en el que el otro pueda entrar y
experimentarse libre sin dejar de estar comprometido con su persona.
Tres etapas en la vida espiritual. Henri Nouwen
E
l vientre materno es nuestra experiencia fundante de hospita-
lidad, nuestro primer hogar y morada; es el espacio germinal
de acogida que (desde la participación de lo masculino – fe-
menino) nos ha hospedado, tejido, recibido, anidado, cuidado,
protegido, albergado, gestado.
El seno materno es el espacio originario de la acogida y la hospi-
talidad, en él nos encontramos con la vida y la humanidad. Se hacen
posibles los dinamismos filogenéticos y biológicos que posibilitan la
humanización y la hospitalidad. Lo biológico no agota toda la realidad
humana, el ser humano no solo es cuerpo sino que junto con las no-
tas psíquicas forma una unidad estructural. En la actividad germinal la
psique misma va adquiriendo genéticamente su conformación radical.
Los padres biológicos no sólo transmiten las estructuras genéticas,
sino con ellas y en ellas, las primeras conformaciones de los estados
psíquicos. La experiencia de hospitalidad radica o tiene su base en
este proceso de codeterminación entre lo biológico y la psique.
Ahora bien, como humanidad somos posibles, gracias a la hospita-
lidad. Independientemente de la condición económica, política, religio-
sa, social, familiar o cultural de las personas, el proceso de gestación
y nacimiento son posibles gracias a la voluntad de una mujer que
decide albergar en su vientre la posibilidad de una vida humana, lo
cierto es que en el momento del nacimiento hablamos de mujeres
que quisieron ser habitadas, que quisieron ser hogar, morada, casa,
acogida para un ser humano. Mujeres que desearon la vida.
El nacimiento marca el momento de dejar la casa de la madre para
ir a otra tierra, a una nueva forma de habitar en el mundo (cfr. Génesis
12, 1); es un cambio de hogar, un dinamismo existencial migratorio que
a lo largo de la vida se irá experimentando y replicando. El nacimiento
es un camino que va de la ruptura al encuentro, del cierre de un ciclo al
inicio de otro, del tránsito a un modo de morar en el mundo a la aper-
tura a nuevas formas de estar en la realidad; un proceso de creación y
recreación, de antítesis y síntesis, de partida y llegada.
En los primeros meses de vida, el ser humano necesita de los es-
pacios de acogida, hospitalidad, afectividad, cuidado y protección.
Nacemos en un estado de menesterosidad en el que la experiencia de
acogida y hospitalidad serán vitales para el proceso de humanización,
para la transmisión de una cultura, una lengua, una experiencia reli-
giosa; un modo de entender y enfrentarse a la realidad, de socializar.
Los y las otras se hacen presencia en la vida del niño, aún antes de su
nacimiento. Los y las demás intervienen en la vida del infante otorgan-
do modos humanos con los que se va plasmando y configurando un
modo de ser persona, una personalidad.
La experiencia de acogida, germinada en el vientre materno, nos
posibilita y capacita para la vida, para la solidaridad y el encuentro,
para la inclusión y la acogida, para humanizarnos a través de actitudes
de hospitalidad.
Ya como personas adultas, el vientre materno se nos hace cora-
zón hospitalario, habitación del otro/a, morada para las personas en
condición de vulnerabilidad, hogar para la construcción de espacios
de vida y esperanza, casa solidaria para la y el migrante y su familia,
residencia para el perdón y la reconciliación entre las personas y los
pueblos, techo para el caminante y pan para el migrante en tránsito.
Finalmente. La comunidad y la familia son los espacios sociales de
acogida y hospitalidad heredados de la experiencia primera. La co-
munidad es el vientre social que alberga y cultiva una nueva vida, a un
nuevo proyecto de humanidad con rostro de esperanza.
Ilustración: Cristina Bermúdez Flores, alumna de la licenciatura en Diseño en Ineracción y Animación Digital