Página 17 - septiembre2013

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tesela
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Existe un mundo, no tan alejado de la realidad, no tan ale-
jado
del nuestro, en el que la gente vive utilizando máscaras. El
rostro que todos los demás observan, no es la que en su interior
llevan. Dos caras de la misma moneda. Algunas de esas másca-
ras se hallan fisuradas, a veces son tan pequeñas esas grietas
que nadie puede tenerlas; pero lo cierto es que esas máscaras,
apenas quebradas, son resultado de grandes heridas, rasgadu-
ras y errores de aquella persona que está escondida en su más-
cara. Nadie puede notarlo. Nadie se da cuenta de lo lastimado
que está y de la ayuda que necesita. Su tristeza se halla camu-
flada de sonrisas. El tiempo pasa y las grietas crecen, siguen sin
notarlas. Excepto una persona, ella las ve y comienza a hablarle,
a hacerle preguntas, y con cada respuesta que le proporciona
la persona, empieza a resanar aquellas grietas que viven en su
interior. Esa es la magia de la psicología, eso es lo que Emilia
Martínez Avilés, Emy para los amigos, ama realizar.
Desde que era niña, amaba observar las cosas, no tenía muchos
amigos, pero eso no evitaba que jugara con su hermano o con su
abuelita. Siempre se fijó en los pequeños detalles. Estaba en su casa
y dibujaba y pintaba; muchas cosas cambian, a esa edad quería ser
astronauta, doctora, o gimnasta profesional, sin embargo ahora es-
tudia para ser psicóloga y ama su carrera. Las cosas cambian y se
mueven, nuestros sueños evolucionan, miramos al cielo estrellado
y desistimos de alcanzarlas, nunca pierde su belleza ni su encanto,
pero decidimos alcanzar aquellas estrellas que habitan la tierra. Dejó
de practicar gimnasia y de nadar, pero nunca dejo de dibujar, y me
da la impresión de que probablemente nunca lo haga, una de sus
metas, sus dibujos, se conviertan en pruebas proyectivas famosas.
Emy es quien es hoy debido a dos momentos muy importantes:
el primero fue cuando tenía 14 años y por primera vez asistió al
psicólogo, el cual ayudó a pulir, sanar y crecer, cosas que ella
planea hacer cuando ejerza. El segundo momento es cuando
ella tenía 17 años y su abuelito enfermó, hasta la fecha sigue
enfermo, esto le ayudó a entender que todos morimos, es un
hecho inevitable y es una realidad a la que no debemos de te-
mer; como dicen, la vida es una hermosa mentira y la muerte una
cruda verdad.
Sus padres, el amor a su carrera y el hecho de poder crear algo
diferente en su campo, es lo que la motiva para alcanzar sus metas:
crear pruebas proyectivas y tener un doctorado en psicoanálisis.
Siempre hay obstáculos, y en la historia de Emy, demasiada com-
petencia en su ámbito y ella misma, son los principales enemigos.
El psicoanálisis es lo que más la apasiona, ¿Freud? Uno de
sus héroes. La sexualidad es un pilar tanto de ese campo de la
psicología como de los seres humanos en general, “somos seres
sexuales” me dijo Emy, “y gracias a eso, a la forma en la que perci-
bes la sexualidad, en la manera en la que asumes tu rol de género,
usando el psicoanálisis puedo ayudar mucho” Lamentablemente,
la sociedad está llena de malas concepciones sobre la palabra se-
xualidad, con muchos estereotipos e ideas preconcebidas que en
vez de ayudar a desarrollarnos como país, nos detiene. “Cuando
tú dices sexualidad, la gente piensa en los órganos sexuales, o en
relaciones sexuales, pero sexualidad es mucho más que eso, es
sociocultural, religioso, biológico y es rol de género también”,
es lo que somos.
En diez años, Emy se ve con su propio consultorio, con sus
pruebas proyectivas ya reconocidas, enseñando y actualizándo-
se, pero más importante, viendo a través de esas máscaras y
sanando las grietas que todos tenemos pero nunca mostramos.
El ser que nadie ve, pero yo hallo
Por Rolando Maroño Vázquez, alumno de Ing. en Mecatrónica
Sofía Ruiz Mugica, alumna de la Lic. en Comunicación