Página 4 - septiembre2013

Versión de HTML Básico

mosaico
central
[ 4 ]
Somos jóvenes, pero también…
U
no de los factores que más influyen en la manera de
actuar de las personas es la visión que tienen de sí mis-
mas. En la Encuesta Nacional de Juventud 2000 (ENJ
2000), se registra que la adscripción identitaria principal
de los jóvenes en México es, precisamente, ser jóvenes. Si bien
sería erróneo suponer que esta autopercepción define una cate-
goría homogénea, resulta interesante que, frente a otros grupos
etarios, los jóvenes cierran filas.
Para ser joven hay que parecer joven, ser distintos a los de-
más. El vestido, la manera de hablar, frecuentar ciertos espacios
supone marcar territorios, pagar la membresía para poder formar
parte de un grupo; es por eso que más que hablar de juventud
como un todo, conviene hablar de jóvenes cuyas prácticas es-
pecíficas, definen su identidad. Pero la conformación de grupos
juveniles está por debajo, según la ENJ 2000, de una adscripción
identitaria aún más importante.
Si bien todos los jóvenes son ante todo jóvenes, las mujeres
son, en segundo lugar, mujeres. El peso del género en ellas es
fundamental para entender su manera de actuar, la postura que
tienen frente al mundo. Si bien es cierto que el papel de la mujer
en la historia (según narran los hombres), no había sido tan rele-
vante, es innegable que en las últimas décadas su presencia en
la esfera pública es fundamental. En la universidad, por ejemplo,
el número de mujeres supera, en muchos casos, el de los hom-
bres. ¿La presencia cada vez mayor de mujeres universitarias
traerá consigo cambios en la institución?
A fin de establecer puntos de comparación cabe preguntar-
nos cuál es, para los varones jóvenes, la segunda adscripción
identitaria. Ser proveedor para un hombre joven en México, es la
segunda adscripción que lo define. La realización de su persona
está, por tanto, enmarcada por la capacidad que tenga de obte-
ner, en competencia con otros, un trabajo que le permita dotar a
su familia de los bienes necesarios.
¿Habrá alguna relación entre el desempeño académico de
nuestros estudiantes y su ser mujeres o proveedores? Sin la in-
tención de ser categórico, me gustaría exponer dos ideas que
algo nos dicen sobre la actitud de los estudiantes frente a su
proceso universitario.
Las mujeres jóvenes se identifican como tales y eso les da una
fuerte identidad. Su vida como universitarias está acompañada
de una postura de género bien definida. Ellas se incorporan a
este espacio público tradicionalmente masculino y buscan un
lugar dentro de él. Hay un interés de género compartido que las
vuelve solidarias, presentan un frente común y ganan posicio-
nes, entre ellas se promueven actitudes de compromiso y res-
ponsabilidad. Las estudiantes demuestran su valía en un terreno
antes vedado. Dejan de estar inscritas sólo en el mundo de las
afectividades para caminar por el territorio de la razón aportán-
dole perspectivas innovadoras.
Por su parte, los estudiantes reconocen que un título universi-
tario, si bien ayuda a abrir puertas en el mundo laboral, ya no ga-
rantiza trabajo ni movilidad social. Su tránsito por la universidad
está acompañado de otros intereses, sus aprendizajes se centran
en esferas dentro de las cuales puedan vislumbrar beneficios a
futuro desde su perspectiva de proveedores. Antes que armar un
frente común como hombres, los jóvenes compiten entre sí por el
acceso a los más altos puestos de trabajo y las mejores relacio-
nes. Los espacios fuera de la universidad muchas veces tienen
más atractivo que la propia carrera, lo que promueve en ellos
cierta dispersión. El mandato social pesa de tal modo, que sus
trayectorias universitarias muchas veces se ven afectadas por él.
Si bien los contextos no determinan el comportamiento de las
personas, sí juegan un papel importante y ayudan a entender
mejor su forma de ser y actuar. No hay narrativa sin contexto,
ni contexto sin narrativa por lo que, para desarrollar de manera
pertinente nuestra acción educativa es fundamental acercarnos
a la realidad de nuestros estudiantes. Tomar en cuenta las di-
ferencias de género en este proceso de comprensión, puede
ayudarnos a diseñar estrategias educativas más adecuadas
y significativas.
Por Mtro. Jorge Basaldúa Silva, Director del Centro de Participación y Difusión Universitaria
Ilustración: Ma. Lissette Rojas Tejeda