Página 5 - septiembre2013

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central [ 5 ]
Múltiples factores convergen e influyen sobre la sexualidad y
otras áreas del comportamiento de los seres humanos. La sexua-
lidad es una materia sumamente compleja si analizamos sus dife-
rentes elementos sociales, biológicos, culturales, psicológicos e
históricos. Dicho análisis se ha hecho desde diferentes enfoques;
el enfoque biológico es hegemónico en este sentido y establece
que la sexualidad es propiamente una función del organismo y su
dinámica depende de los impulsos. Esta concepción establece
una serie de criterios que hacen de ciertas prácticas sexuales he-
chos “naturales” o “normales”, lo cual, desde mi punto de vista
es reduccionista e insuficiente para explicar la diversidad de for-
mas culturales de la sexualidad. Un enfoque alterno al biológico,
es el de género que realiza un análisis a partir de las construccio-
nes sociales de los géneros y las relaciones de poder.
Cuando un individuo nace, en su entorno social se forman una
serie de expectativas sobre su vida, se le asignan ciertos atribu-
tos y características en función a su sexo basándose en ciertos
lineamientos sociales que se han construido en un momento his-
tórico y que determinan cómo debe ser un hombre y una mujer
de manera diferenciada.
Por medio de la socialización, las personas interiorizamos
los mensajes que recibimos de nuestro entorno social sobre la
forma en cómo debemos ser hombre – masculino y mujer –, va-
mos formando nuestra identidad de género; lo anterior influye
en todas las esferas de la vida humana, en nuestra forma de re-
lacionarnos, en nuestros intereses y actitudes, la forma en como
nos expresamos, nuestros gustos, vestimenta, en el desarro-
llo de nuestras capacidades y potencialidades, en la conforma-
ción de nuestra identidad personal, la forma en cómo vivimos
nuestra sexualidad y en general sobre cualquier aspecto del
comportamiento humano.
Se crean categorías sociales que debemos cumplir y se esta-
blecen mandatos sociales que limitan las formas en las que po-
demos vivir los seres humanos. Un ejemplo claro de ello son las
restricciones impuestas con respecto a la sexualidad, sobre todo
en el caso de las mujeres a quienes se les suele inculcar la pasivi-
dad sexual, la virginidad como un valor del “ser mujer” en lugar de
fomentar el conocimiento de sus cuerpos, quedando reducida la
sexualidad a la función reproductiva, a diferencia de los hombres
a quienes se les llega a presionar para mantener una vida sexual
activa desde corta edad para mostrar su virilidad, a ser domi-
nantes en sus relaciones sexuales, así como a reprimir sus sen-
timientos con respecto a sus parejas sentimentales y/o sexuales.
Lo anterior genera que se juzgue negativamente cualquier
comportamiento que no cumple con los determinismos sociales,
a hombres y mujeres se les crítica si no presentan las caracterís-
ticas de la masculinidad y feminidad hegemónica. Así mismo, el
pensamiento dicotómico sobre el sexo hombre / mujer y sobre
el género femenino / masculino genera la terrible discriminación
que viven los grupos Lésbico, Gay, Bisexual, Travesti, Transe-
xual, Transgénero e Intersexual (LGBTTTI).
Lo anterior coarta las posibilidades de los seres humanos para
vivir una sexualidad libre de los rígidos lineamientos sociales,
Sexualidad libre
Ilustración: Valery Rocha Cortés,
alumna de la Licenciatura en Diseño en Ineracción y Animación Digital
en la que cualquier sujeto pueda tomar decisiones de forma
autónoma en función a sentirse pleno y satisfecho sin que sea
juzgado ni discriminado. Por lo tanto, para vivir nuestra sexua-
lidad libremente es indispensable trabajar desde lo individual,
realizando un análisis introspectivo con respecto a la forma en
cómo nos hemos formado como sujetos sociales, cuestionarnos
sobre los mandatos sociales que estamos replicando que con-
llevan la represión de nuestros deseos e intereses personales y
tomar decisiones sobre nuestra sexualidad a través de una liber-
tad responsable en la que decidamos sobre nuestra sexualidad
respetando las libertades y los derechos humanos. También es
importante incidir en el ámbito social promoviendo la apertura,
aceptación, apoyo y respeto ante la diversidad de formas de la
sexualidad humana; de manera activa difundiendo y contribu-
yendo en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos,
o de forma pasiva con el simple hecho de convivir sin juzgar,
criticar o menospreciar formas distintas a la nuestra de vivir la
sexualidad, ya que todas las personas tenemos el mismo dere-
cho de expresarnos libremente, tomar decisiones sobre nues-
tros cuerpos y disfrutar de la vida con el tinte que cada quien le
desee dar.
Por Lic. Karina Iliana Adame Márquez, responsable del
Programa de Género y VIH