Rúbricas 0

11 Tesis 1 Si bien la percepción de la problemática ambiental comenzó a mediados del siglo xix con autores como Henry David Thoreau y Elsiée Reclus, no es sino hasta a finales del siglo xx que se comenzaron a conformar institutos de investigación y movimientos ambientalistas de impacto significativo, como es el caso de Greenpeace y el Wolrwatch Institute, entre otros. En este sentido, se pone de relieve la existencia de voluntades e intereses políticos de “ver”, o bien, de “ocultar” o minimizar, en el mejor de los casos, problemas ambientales asociados a los estilos de desarrollo. De esta manera, a través de diversos estudios sobre la sociología de la ciencias o de la historia ambiental ha sido posible reconocer que las sociedades a lo largo de su historia establecen (construyen) y privilegian el tipo de problemas que deciden solucionar, así como la manera de abordar dichos problemas. Así, pues, son las sociedades las que dan sentido, importancia y jerarquía a los problemas ambientales, no son éstos los que se imponen a la percepción ni a la conciencia. Se trata, entonces, de un fenómeno eminentemente simbólico donde las sociedades comparten valores y explicaciones ideológicas. De esta manera, un mismo problema ambiental (acceso al agua potable) o una misma estrategia de desarrollo ambiental (sustentable o sostenible) pueden cobrar significados completamente diferentes e incluso antagónicos. A pesar de que este es un campo de investigación que aún está por desarrollarse dentro de las ciencias sociales en México, la problemática del cambio climático impone, al menos, una breve reflexión al respecto. Tesis 2 Nos encontramos en el arribo de un cambio de época civilizacional, que implicará, seguramente, un “switch” energético de proporciones inimaginables y ajustes sociales nunca antes vistos en el ámbito planetario. Este escenario ya ha sido planteado por obras clásicas como los Límites del crecimiento de Dennis y Donella Meadows y colaboradores, así como el trabajo Energía y mitos económicos de Nicholas Georgescu Roegen. El cambio climático probablemente representa un punto de inflexión en la historia humana; un punto de bifurcación y fin de una “imagen de desarrollo y progreso”, heredera directa de la modernidad. Tal situación dio inicio con la revolución industrial, en el siglo xviii, y posiblemente culmine a mediados del siglo xxi. Lo que distingue a la época actual es la percepción social cada vez más generalizada de la magnitud de los efectos antropogénicos que ponen en mayor riesgo todo el aparato productivo del planeta, y, a la vez, la incapacidad o, mejor dicho, la irracional negativa de los gobiernos y de las empresas responsables del cambio climático por tomar medidas radicales y efectivas para frenar las consecuencias. La percepción social del riesgo climático puede representar el golpe de gracia a las economías convencionales basadas en los precios de los mercados y a las múltiples prácticas de apropiación insustentable de recursos naturales a gran escala. Tesis 3 Comenzar a preparar el nuevo discurso social o, mejor dicho, una nueva alianza entre naturaleza y sociedad, que implica el difícil tránsito del cambio climático, es la tarea política más importante del presente siglo. En opinión de Richard N. Adams (Las redes del poder social, 2007), los efectos entrópicos de la insustentabilidad de los estilos de desarrollo basados en el uso desmedido del petróleo implementados al día de hoy, es decir, el aumento de la entropía del planeta, derivará en muy probables ajustes sociales que impliquen la inhabilitación de la mayoría de los sistemas de producción a gran escala, el colapso energético social de todas las megaciudades y migraciones masivas en busca de nuevos ambientes habitables. Todos estos probables efectos serán el resultado directo o indirecto de incontables desajustes en los ciclos biogeoquímicos y en los ecosistemas, que, a su vez, exigen ajustes sociales. Esta situación puede ser descrita en los términos del principio de la “producción mínima de entropía”, enunciada a principios del siglo xx por el célebre premio Nobel de química, Ilya Prigogine, y que a su vez es retomada –con un enfoque crítico a la economía clásica– por Nicholas Georgescu-Roegen a mediados del siglo xx, en La ley de la entropía y el problema económico. Dicho teorema establece que una característica de los sistemas alejados del equilibrio termodinámico, como son las sociedades humanas, es impedir que el sistema aumente de manera desmedida su producción de calor con su consecuente desestructuración, y propiciar, por el contrario, que éste se instale en un estado de disipación térmica suficiente para no violar la segunda ley de la termodinámica y permitir su autoorganización. Un estado en el borde térmico de su destrucción, diría Edgar Morin. 4 tesissobre el cambio climático

RkJQdWJsaXNoZXIy MTY4MjU3