Rúbricas 6

72 Otoño - Invierno 2013 de cuarenta tatemados”. Además, el narrador, un anónimo sujeto que quiso vivir en carne propia la experiencia de cruzar la frontera, nos comparte otras infames noticias: “En Los Ángeles, California, se informó de un homicidio diario en 1884 y la mayoría de las víctimas eran mexicanos. En la década de 1890, el linchamiento de mexicanos era un suceso tan común en esa región y las aledañas, que los periódicos no se preocupaban por informar los detalles”. Otros libros, a veces de difícil acceso, pero que igual dan cuenta de este problema son: Murieron a mitad del río (1948), de Luis Spota; Brazos que se van (1955), de María Luisa Melo de Remes; El río de la misericordia (1965), de Mauricio González de la Garza; La frontera de cristal (1995), de Carlos Fuentes; Welcome coyote (2008), de Ulises Morales Ponce; Al otro lado (2008), Heriberto Yépez; y Amarás a Dios sobre todas las cosas (2013), de Alejandro Hernández, este último sobre la migración mexicana y centroamericana. Esta nómina puede extenderse al sumarle la llamada literatura sobre la frontera que consigna innumerables casos de migraciones exitosas y una abrumadora cantidad de fracasos y tragedias. La singularidad de El color de la ausencia recae en la apuesta por abordar el mismo tema aunque abarcando lo que se reconoce como el circuito migratorio, es decir, no sólo se detiene en la experiencia del cruce fronterizo, en esa zona que “es mucho más que una línea divisoria” (141), sino que indaga cómo la migración afecta a distintas personas en lo social o en lo individual, así como a diversas regiones, costumbres o tradiciones. Ante tal reto logra configurar un microcosmos complejo, variopinto y rico en sugerencias a través de un nutrido grupo de personajes e historias de vida que entreteje de manera magistral. En El color de la ausencia encontramos a adolescentes, jóvenes, adultos y viejos, hombres y mujeres, con voces y propósitos diferentes, como Jonás, un profesor y pintor, alguna vez residente en Estados Unidos, preocupado por la historia de México, la identidad y el náhuatl, que para combatir el olvido está decidido a hacer algo por su comunidad pintando un mural; Micaela una joven enamorada que vive esperando el retorno de Jacinto; Jessica, hermana de Micaela, que ha adoptado la mayoría de las modas del país vecino; Sharon, la prima adolescente, nacida en los eua, que visita por primera vez el pueblo en el que nacieron sus padres; Los Raviosos, una pandilla del pueblo liderada por el Johnny (otro ex residente en Nueva York); Tony un joven que vive la mayor parte del tiempo en Estados Unidos no obstante regresa periódicamente al pueblo para trabajar en el campo con su papá; Julián que vive y sufre dilemas juveniles y ritos de iniciación que lo mantienen entre el mundo de las pandillas y el de la escuela; también está Isidro a quien acompañamos en su recorrido, obligado en parte porque en el pueblo se tiene la idea de que “allá te haces hombre” (77), pese a las dudas que tiene por abandonar o no a Demetria, de quien está enamorado; Lucio Macotela, director de una escuela primaria en uno de los pasos fronterizos, Altar; el doctor Félix en la misma localidad; Rodrigo Figueroa, profesor y asistente a un encuentro sobre temas de migración; y el capítulo final donde de forma simultánea se experimenta la celebración del santo patrono del pueblo en ambos lados. Todas estas historias, estas vidas, están relacionadas con problemas sociales como la pobreza, el campo, la educación, la violencia, la drogadicción o el machismo. Lo anterior resulta una simplificación excesiva de la diversidad que converge en la pequeña población representada en la novela, pero nos da una idea aproximada del desafío al que se enfrentó Jorge Basaldúa para encontrar la forma apropiada para representar tal heterogeneidad y mantener la atención del lector en cuatro, cinco o seis líneas argumentales simultáneas para resolverlas todas al final. En El color de la ausencia aparecen muchos protagonistas, no uno como sucede en la novela tradicional. Por esto la resolución estructural es uno de los aspectos que más llaman la atención, porque aun siendo compleja la presenta de forma sencilla y tiene una perfecta coherencia con el propio contenido. ¿Cómo logra mantener la atención del lector en cinco o seis pistas a la vez? Creo que podemos encontrar la respuesta si comparamos la novela con un mural, como el que se va pintando a lo largo de la novela. El mural en cierto sentido también es un relato gráfico de gran extensión que le permite al espectador observar sincrónicamente varias etapas o sub-relatos. Además, describir y narrar en ciertos casos son usados como sinónimos de pintar. Así Una novela para las personas que viven l a m i g r a c i ó n

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