Rúbricas Número Especial 2

“Hasta aquí, todo va bien” El Odio (Mathie Kassovitz, 1995) La pregunta por los jóvenes hoy adquiere un carácter de urgencia por diversas razones. Los datos y los indicadores a mano dan cuenta de un complejo, doloroso y difícil horizonte para millones de ellos que deben lidiar con un sistema que los excluye, los criminaliza y se muestra torpe, autoritario, pero fundamentalmente ciego, sordo y mudo ante lo que significa ser joven en esta sociedad sacudida por recurrentes crisis. ¿Qué significa ser joven hoy? ¿Cuáles son los territorios, los deseos, los miedos, las apuestas, las alianzas, las prácticas en las que se despliegan los anhelos de los jóvenes? ¿Cómo aproximarse a una comprensión –respetuosa– de los universos en los que emergen nuevas culturas organizativas, comunicativas, políticas, a través de las cuales millones de jóvenes buscan incorporarse de formas alternas a las que les propone un sistema injusto e inequitativo? ¿Cómo comprender sus prácticas, sus cuerpos, sus músicas, sus lenguajes? A partir de la última década del siglo xx, se produjo un giro radical (al principio, de manera silenciosa y casi imperceptible) en las expresiones y culturas juveniles: el llamado “ajuste estructural” en diferentes países del orbe, que para efectos prácticos significó el adelgazamiento del Estado y lo que llamo “minimalismo” de las políticas sociales; la aceleración de la tecnología que favoreció una rápida globalización cultural, y el creciente poder del mercado con su oferta ilimitada de identidades, que colocó como valor fundamental el consumo. Estos tres procesos han tenido un impacto profundo en las biografías, trayectorias y prácticas juveniles. Erosionados los principios rectores de la incorporación y participación que la modernidad privilegió, como la escuela (trampolín hacia la vida productiva) y el trabajo (mediación no sólo para la sobrevivencia sino para la afirmación del sujeto) y cuestionada –al extremo–, la política como espacio para la negociación y el pacto social, los jóvenes se convirtieron en protagonistas del cambio social, y para bien y para mal, han reconfigurado la sociedad que conocemos. Puede decirse que los jóvenes se adelantaron “al futuro” y anticiparon estrategias y tácticas para enfrentar y resolver, con los recursos a mano, las enormes dificultades para una inserción posible en un mundo experimentado y percibido como carente de relatos e instituciones confiables. La narrativa y la experiencia del presente se abrió paso de una manera vigorosa entre innumerables colectivos y grupos de identidad juveniles, como una forma de dotar a la incertidumbre, el desamparo, desarraigo y temores frente a un futuro expropiado, de una fuerza y poder articulador; un presente o, mejor, presentismo, donde los lazos afectivos y el sentido depositado en el día a día, venían a suplir la Culturas juveniles emergentes Jóvenes en la encrucijada contemporánea: en busca de un relato de futuro Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio de la Cultura / 6-9 de febrero de 2013 Rossana Reguillo Profesora e investigadora. Licenciada y maestra en comunicación por el iteso. Doctora en ciencias sociales con especialidad en antropología social, en el doctorado interinstitucional del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (ciesas) y la Universidad de Guadalajara, México. 11

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